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Yuya

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Jaime Arocha
06 de enero de 2014 - 10:00 p. m.
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En 2014, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia publicará la biografía de Andrés Meza sobre Yuya, Rudecindo Castro Hinestrosa para los extraños.

La pasión política de este líder afro baudoseño se remonta a 1966, cuando siendo niño viajó a Nueva York con la excursión del Club Domingo Savio de Quibdó. Desde un taxi vio la calle 125 de Harlem, escenario de las luchas por los derechos civiles, y en el Central Park leyó una placa que le reveló cómo al Yankee Stadium lo habían construido a partir del platino y el oro que los mineros artesanales y las dragas de la multinacional South American Gold and Platinum Company habían extraído del río Condoto. Años más tarde conoció la malla metálica que en ese río le impedía a la gente negra de Andagoyita ingresar a las piscinas y campos de golf para los blancos de El Centro: “Los gringos le habían dado látigo a la selva hasta convertirla en pasto”. Ese apartheid ecocida lo hizo sensible a las luchas de Nelson Mandela y en 1970 lo motivó a organizar a los maestros y maestras que como él llegaban a Bogotá en busca de nuevos horizontes, pero chocaban contra el racismo sabanero. Desde entonces comparte sus ideales con Laureano García, otro normalista con quien formó Orcone, la organización de docentes afrocolombianos que con Afrodes (Asociación de Afrocolombianos Desplazados) y CNOA (Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas) es pilar de una izquierda que se dice democrática pero aun no logra superar la invisibilización de las comunidades negras.

En 1985, ya egresado de la Universidad Distrital, con los afrochocoanos Abigail Serna y Esildo Pacheco se vinculó al Movimiento Nacional Cimarrón, también enfilado contra el apartheid. Crearon la Asociación Campesina del Baudó, uno de los cimientos de la Ley 70 de 1993, referente a los derechos territoriales y políticos de las comunidades negras.

Otro ciclo que desarrolló con el mismo García desde 2011 fue la creación de la Dirección Distrital de Etnias, uno de cuyos objetivos era lograr la caracterización demográfica y sociocultural de los pueblos étnicos de Bogotá, como base de las políticas públicas que requiere el reconocimiento estatal de la diversidad. Dada la movilidad de una gente cuyo desplazamiento violento ya completa 20 años, las limitaciones financieras de investigaciones anteriores habían impedido precisar números, oficios, necesidades o residencia. De ahí la convocatoria de expertos que perfeccionaban ese tipo de estudios en las Universidades del Valle y Nacional y del Instituto Colombiano de Antropología e Historia. La Organización de Estados Iberoamericanos ofreció vincularse a la iniciativa, y en 2012 se perfilaba un presupuesto de casi mil millones de pesos. Sin embargo, a la iniciativa la abortaron funcionarios distritales para quienes era superflua porque los negros dizque se autodiscriminan y viven de la victimización. Sometieron a Rudecindo a un racismo que está por denunciarse formalmente, hasta obligarlo a renunciar a la Dirección.

De ahí la sorpresa de que Yuya se presentara en la Plaza de Bolívar para apoyar a Petro. Tienen razón los analistas para quienes al doctor Ordóñez quizás le salió el tiro por la culata y su fallo más bien aglutine a los disidentes alrededor de la tercería democrática.

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