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La denominada “Guerra de los 12 días” culmina por la operación estadounidense “Martillo de Medianoche”, en la que se utilizaron más de 125 aviones, incluyendo bombarderos B-2, que lanzaron bombas de destrucción subterránea con el objetivo de destruir los búnkeres armamentísticos en Fordow, Isfahán y Natanz en el subsuelo iraní, que eran utilizados para enriquecimiento de uranio.
Ante el temor de que Irán bloqueara en represalia el estrecho de Ormuz, Estados Unidos pidió la colaboración de China para evitar que la república Islámica pudiera cerrar este corredor marítimo, por el cual se transporta cerca del 20 % del petróleo a nivel mundial, el cual proviene de Irak, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita que moviliza 6 millones de barriles diarios e Irán cerca de 3 millones. Además, de las exportaciones de gas natural licuado, GLP, desde Qatar, el tercer país con mayores reservas del mundo.
Un bloqueo en este paso estratégico que provee de hidrocarburos principalmente a Europa, Asia y Oceanía puede causar un elevado precio del petróleo y una crisis inflacionaria a nivel mundial. Por lo que los buenos oficios de China fueron efectivos, además, por ser importador de cerca de 1,7 millones de barriles diarios provenientes de Irán. En vez de atacar Ormuz, en respuesta al bombardeo a las instalaciones nucleares en Irán, la Guardia Revolucionaria Iraní decidió arremeter contra la base militar estadounidense de Al Udeid en Qatar, la más grande en Oriente Medio, que tiene capacidad para alojar 10.000 marines y es una de las 20 instalaciones castrenses que EE. UU. posee en la región.
Agresión que se anunció a EE. UU. a través de canales diplomáticos dos horas antes de su ejecución y evitó la pérdida de vidas humanas, hecho que agradeció el presidente Trump, y sirvió para dar sustento al alto al fuego que debió ser impuesto por EE. UU. a Israel e Irán Al mismo tiempo, en defensa de la soberanía de Qatar muchos países presentaron una enérgica protesta entre los que se destacaron Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Kuwait y Jordania que se mostraron muy solidarios con el pueblo Qatarí.
El temor que se mantiene es que Irán alcance la capacidad para crear un arma nuclear, por lo que la tensa paz y el cese impuesto por el presidente Trump, en cualquier momento pueda desencadenar una conflagración escalable e incontrolable. Se especula que Irán conserva 408,6 kilos de Uranio enriquecido, hay evidencia de anteriores inspecciones de la Organización Internacional de la Energía Atómica, OIEA, de almacenamiento de Plutonio.
Para crear una bomba nuclear se requiere transformar el mineral de uranio enriqueciéndolo hasta aumentar la proporción del isotopo a uranio-235, el cual es fisionable y puede producir energía nuclear. Para enriquecer un kilogramo de uranio se requieren varias toneladas de Uranio-238, mineral que se encuentra presente en la naturaleza. Por ejemplo, para utilizar un reactor nuclear de producción de energía se necesita a partir de un 3 % de uranio enriquecido, para isotopos médicos contra el cáncer cerca de un 20 % y para crear un arma nuclear se requiere llevarlo a un 90 %.
El uranio como mineral está presente en gran parte de la geografía mundial, aunque cerca del 85 % se concentra en Australia, Canadá, Kazajistán, Namibia, Níger y Rusia. En cuanto a Irán, posee la mina de uranio de Saghand, en el desierto de Kavir, en el centro del país y el restante lo importa. Además, cuenta con recursos para atraer nuevos científicos que puedan alcanzar el enriquecimiento de Uranio del 60 % actual al 90 %, porcentaje necesario para la construcción de un arsenal atómico de al menos 5 bombas. Proceso que puede ser mucho más rápido y puede tardar entre cinco o seis meses.
Para este enriquecimiento de uranio, antes de los ataques de Israel y EE. UU., Irán contaba con más de 20.000 centrifugadoras según el Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional, ISIS. Al igual, necesita transformar el uranio que mantiene oculto para enriquecerlo a un 90 %. Tarea compleja debido a la constante observación satelital sobre Irán, desde donde se indaga para conocer el lugar donde se encuentra almacenado, descubrimiento que también depende de la información que suministre el espionaje israelí que lleva décadas permeando al régimen iraní o de un abrupto cambio en el gobierno dentro del espectro teocrático que implique optar por crear un arma nuclear para su sostenibilidad y defensa.
En la actualidad, 191 países hacen parte del Tratado de No Proliferación Nuclear. De los cuales, EE. UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia tenían armas nucleares antes de la creación del Tratado en 1967. Pero, cuatro países que las han creado de manera independiente como India, Pakistán, Corea del Norte e Israel no son signatarios. Respecto a Irán, la vigilancia ha quedado pausada por los acontecimientos bélicos recientes, así como las negociaciones frente a la defensa de uso civil a partir del uranio enriquecido, del que la sociedad iraní no participa. En donde el régimen mantiene una postura de control férreo sobre la población, más de 90 millones de habitantes, de mayoría musulmán Chií, un 89 %, en el 17º país más extenso del mundo, que antes de la Revolución Islámica de 1979, era un Estado prooccidental, por ejemplo, alcanzando el mayor consumo de muñecas Barbie en el mundo.
A fines de junio de 2025, ante los múltiples escenarios de guerra que en vez de sofocarse persisten, se depende más de la imposición de la fuerza en donde irrumpe con mayor contundencia el realismo frente a una diplomacia coaccionada. Las cumbres gubernamentales solo están sirviendo para incrementar los arsenales armamentísticos apelando al poder disuasor de armas tecnológicas cada vez más letales. En un mundo donde las guerras comerciales se mantienen, el crimen transnacional se incrementa, la moral empresarial se relaja y la mirada frente a cuestiones propias de la existencia humana empiezan a desplazarse a un segundo plano, cuando deberían ser el foco de la preocupación política tanto a nivel global como estatal.
*Javier Ignacio Niño Cubillos PhD
javier.nino01@javeriana.edu.co
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