El día en que la iban a desaparecer, Pura Álvarez de Bustillo, profesora de Lengua Castellana y rectora encargada de la Normal Superior Montes de María —municipio de San Juan Nepomuceno, en el departamento de Bolívar—, se levantó temprano y tuvo tiempo de felicitar a un colega. No sabemos si en la víspera había soñado “que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño”. No lo sabemos. Eran tiempos en los que en la región había verdugos con guadañas especializados en cercenar los sueños del otro. Lo que sí sabemos es que al colega que felicitó ese día la seño Pura era Edgardo Ulises Romero Rodríguez, profesor de Ciencias Sociales de la misma Normal, y que era 7 de abril de 2001, día del cumpleaños número 30 de Edgardo.
El profesor Edgardo es el mismo que salió en una fotografía con algunos estudiantes y un cartel de apoyo a la JEP y que el senador Uribe usó para trinar —como canario pendenciero y quizá desinformado— en contra de la educación pública, los profesores, los estudiantes y, por supuesto, en contra de la JEP. No es que me quiera sumar al desgastado ejercicio nacional de parafrasear a Gabo, pero lo que sí quiero recordar es que varios años antes de que el 9 de abril se convirtiera en el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, el profesor Edgardo era ya una especie de José Arcadio Buendía para los Montes de María, que andaba por ahí haciendo ejercicios de memoria con los estudiantes para nombrar las cosas, mostrar su memoria y evitar los olvidos. Alguien convencido de que la memoria como ejercicio pedagógico desde el aula de clases es la mejor forma de conectar y comprometer a los estudiantes con su región, fortalecer la identidad y fomentar los valores ciudadanos para la solución de los conflictos de manera pacífica.
El profe Edgardo es licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, especialista en Ética y Filosofía Política de la Universidad de Cartagena y en Orientación Educativa y Desarrollo Humano de la Universidad del Bosque de Bogotá. Hizo un curso de Mediación de Conflictos y Educación para la Paz en la Universidad de Berlín (Alemania) en convenio con el Instituto Paulo Freire y es magíster en Conflicto Social y Construcción de Paz de la Universidad de Cartagena. Además, en el año 2005 ganó el premio como Maestro Ilustre por la Fundación Compartir con el proyecto “La historia oral y memoria en la enseñanza de las ciencias sociales”. Y, lo mas importante, es un ser humano bueno, al que le ha tocado ver desaparecer, producto de la violencia que consumió la región, a un rector y a una rectora de la institución en la que labora desde 1994.
Como vemos, el profesor Edgardo tiene una hoja de vida con la que podría estar trabajando en alguna de las universidades que existen en cualquiera de las capitales de los departamentos del Caribe colombiano y de la nación. Pero se quedó allí, en San Juan Nepomuceno. En los Montes de María. Quizá por obra y gracia del inconfundible sabor del ñame y de las galletas marialuisas, enseñando a sus alumnos sobre la importancia de la oralidad de la región para sus procesos educativos. Tal vez en esta nación nos hubiéramos matado menos si tuviéramos más profesores como él.
Ahora, el Espacio Regional de Construcción de Paz de los Montes de María, los profesores y los estudiantes de la Normal quieren que el senador Uribe vaya a la región para explicarle lo que debería ser evidente: que la guerra, senador, es una anomalía y no una opción.
El día en que la iban a desaparecer, Pura Álvarez de Bustillo, profesora de Lengua Castellana y rectora encargada de la Normal Superior Montes de María —municipio de San Juan Nepomuceno, en el departamento de Bolívar—, se levantó temprano y tuvo tiempo de felicitar a un colega. No sabemos si en la víspera había soñado “que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño”. No lo sabemos. Eran tiempos en los que en la región había verdugos con guadañas especializados en cercenar los sueños del otro. Lo que sí sabemos es que al colega que felicitó ese día la seño Pura era Edgardo Ulises Romero Rodríguez, profesor de Ciencias Sociales de la misma Normal, y que era 7 de abril de 2001, día del cumpleaños número 30 de Edgardo.
El profesor Edgardo es el mismo que salió en una fotografía con algunos estudiantes y un cartel de apoyo a la JEP y que el senador Uribe usó para trinar —como canario pendenciero y quizá desinformado— en contra de la educación pública, los profesores, los estudiantes y, por supuesto, en contra de la JEP. No es que me quiera sumar al desgastado ejercicio nacional de parafrasear a Gabo, pero lo que sí quiero recordar es que varios años antes de que el 9 de abril se convirtiera en el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, el profesor Edgardo era ya una especie de José Arcadio Buendía para los Montes de María, que andaba por ahí haciendo ejercicios de memoria con los estudiantes para nombrar las cosas, mostrar su memoria y evitar los olvidos. Alguien convencido de que la memoria como ejercicio pedagógico desde el aula de clases es la mejor forma de conectar y comprometer a los estudiantes con su región, fortalecer la identidad y fomentar los valores ciudadanos para la solución de los conflictos de manera pacífica.
El profe Edgardo es licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, especialista en Ética y Filosofía Política de la Universidad de Cartagena y en Orientación Educativa y Desarrollo Humano de la Universidad del Bosque de Bogotá. Hizo un curso de Mediación de Conflictos y Educación para la Paz en la Universidad de Berlín (Alemania) en convenio con el Instituto Paulo Freire y es magíster en Conflicto Social y Construcción de Paz de la Universidad de Cartagena. Además, en el año 2005 ganó el premio como Maestro Ilustre por la Fundación Compartir con el proyecto “La historia oral y memoria en la enseñanza de las ciencias sociales”. Y, lo mas importante, es un ser humano bueno, al que le ha tocado ver desaparecer, producto de la violencia que consumió la región, a un rector y a una rectora de la institución en la que labora desde 1994.
Como vemos, el profesor Edgardo tiene una hoja de vida con la que podría estar trabajando en alguna de las universidades que existen en cualquiera de las capitales de los departamentos del Caribe colombiano y de la nación. Pero se quedó allí, en San Juan Nepomuceno. En los Montes de María. Quizá por obra y gracia del inconfundible sabor del ñame y de las galletas marialuisas, enseñando a sus alumnos sobre la importancia de la oralidad de la región para sus procesos educativos. Tal vez en esta nación nos hubiéramos matado menos si tuviéramos más profesores como él.
Ahora, el Espacio Regional de Construcción de Paz de los Montes de María, los profesores y los estudiantes de la Normal quieren que el senador Uribe vaya a la región para explicarle lo que debería ser evidente: que la guerra, senador, es una anomalía y no una opción.