Hace unos días circularon imágenes en las que el cantante de vallenatos Poncho Zuleta acosa sexualmente en una tarima a su colega Karen Lizarazo. Grotesco, es lo menos que se puede decir del evento. El cantante, ebrio de licor —la droga de la que podemos dar fe—, se aferra al cuerpo de la mujer que trata de escurrirse. Aprieta. Aprieta y abre la boca como un polluelo hambriento, esperando un beso entre violento y mendicante. Indignante, lo resume. Pero no es nada nuevo. Su historial de fauno incontrolable, de sátiro insaciable, es de público y notorio (¿celebrado?) conocimiento. Por ahí debe haber una grabación de audio —de los...
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