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                                                                                                                              El aviador

                                                                                                                              Jaime Bayly

                                                                                                                              Escritor, periodista y conductor de televisión peruano.

                                                                                                                              Hace veinte años, de paso por Santiago de Chile, acudí a los cines de Alto Las Condes, en función de matiné, a ver la película “El aviador” el día mismo de su estreno, una cinta dirigida por Martin Scorsese, que recrea la vida del magnate, playboy, aviador y productor de cine Howard Hughes, interpretado por Leonardo di Caprio. Esperando en fila a que abriera la boletería a eso de las tres de la tarde, advertí, sorprendido, que un empresario chileno ya entonces legendario, Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de su país, aguardaba con cierta impaciencia, sin custodios ni acompañantes, como un ciudadano más, como un cinéfilo más, a que nos dejaran pasar a la sala para ver la película. Reconocí de inmediato a Piñera, sus gestos crispados, su mirada penetrante, su estatura napoleónica, pero no quise acercarme a saludarlo. Celebré que ambos perteneciésemos a la cofradía nunca bien ponderada de los hombres que vamos solos al cine en función de matiné. Unos pasos delante de mí, Piñera entró en la sala y yo, como de costumbre, me acomodé en la última fila, sin palomitas de maíz, sin bebidas gaseosas.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              “El aviador” es una gran película, aunque no la mejor de Scorsese. A temprana edad, Howard Hughes ya es millonario. Tres pasiones gobiernan o zarandean su vida: las mujeres, el cine y los aviones. Como Piñera, Hughes es un soñador, un visionario, un hombre al que el mundo le cabe en la cabeza, un hombre que tiene la energía y el poderío para cambiar al mundo. Como Piñera, Hughes sueña con volar. Diseña aeronaves de alto riesgo, aprende a pilotearlas y, jugándose la vida, se aventura a volarlas. Como Piñera, Hughes está dispuesto a jugarse la vida por un sueño que mejore al mundo. Su audacia, su arrojo, su intrepidez están a punto de costarle la vida. En una ocasión, piloteando una aeronave anfibia, se estrella contra las aguas de un lago al este de Las Vegas, el lago Mead, precisamente un lago, y salva la vida de milagro, muriendo dos de sus pasajeros. En otra ocasión, aterriza de emergencia en Beverly Hills y sale bastante maltrecho del percance. Como Piñera, Hughes no le tiene miedo a nada: es una fuerza de la naturaleza, un titán, un huracán, un loco genial que necesita penetrar en las nubes, conquistarlas, hacerlas suyas, y ver al mundo desde allá arriba. A diferencia de Piñera, Hughes no muere en un accidente de aviación, pero a punto estuvo de morir en sus aterrizajes de emergencia. A diferencia de Piñera, Hughes envejece mal, desarrolla una fobia a los gérmenes, se hace adicto a los opioides, se ensimisma, se aísla del mundo, enloquece. Piñera usa su inteligencia y su carácter para servir a su familia y su nación. Hughes usa su inteligencia para autodestruirse. Piñera muere como un héroe, Hughes muere como un demente.

                                                                                                                              Ahora me pregunto, veinte años después, si Piñera, viendo aquella película, decidió ser un aviador, tomar clases durante un año para aprender a pilotear un helicóptero y comprar un helicóptero para su uso personal, o si antes de ver “El aviador” ya soñaba con conquistar los cielos al mando de un helicóptero liviano, para cinco pasajeros, que podía recorrer unos cuatrocientos kilómetros a una velocidad máxima de ciento ochenta kilómetros por hora. Ahora me pregunto si, al ver las hazañas aéreas de Hughes, sus arriesgadas peripecias, Piñera quiso ser como él, o si corrió al cine esa tarde, un día de semana, para ver la película de Scorsese, porque él, que ya era accionista de una aerolínea y viajero harto frecuente, era un aviador orgánico, en estado puro, un aviador en sus sueños, en su imaginación, en sus fiebres mejores, un aviador que todavía no sabía guiar un helicóptero pero que había nacido para ser un aviador, alguien cuyo destino era ser un aviador, y Sebastián Piñera no era un hombre que escapaba a sus citas con el destino.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Fiel a su carácter, el aviador ha muerto volando. Ahora vuela más alto.

                                                                                                                              Hace veinte años, de paso por Santiago de Chile, acudí a los cines de Alto Las Condes, en función de matiné, a ver la película “El aviador” el día mismo de su estreno, una cinta dirigida por Martin Scorsese, que recrea la vida del magnate, playboy, aviador y productor de cine Howard Hughes, interpretado por Leonardo di Caprio. Esperando en fila a que abriera la boletería a eso de las tres de la tarde, advertí, sorprendido, que un empresario chileno ya entonces legendario, Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de su país, aguardaba con cierta impaciencia, sin custodios ni acompañantes, como un ciudadano más, como un cinéfilo más, a que nos dejaran pasar a la sala para ver la película. Reconocí de inmediato a Piñera, sus gestos crispados, su mirada penetrante, su estatura napoleónica, pero no quise acercarme a saludarlo. Celebré que ambos perteneciésemos a la cofradía nunca bien ponderada de los hombres que vamos solos al cine en función de matiné. Unos pasos delante de mí, Piñera entró en la sala y yo, como de costumbre, me acomodé en la última fila, sin palomitas de maíz, sin bebidas gaseosas.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              “El aviador” es una gran película, aunque no la mejor de Scorsese. A temprana edad, Howard Hughes ya es millonario. Tres pasiones gobiernan o zarandean su vida: las mujeres, el cine y los aviones. Como Piñera, Hughes es un soñador, un visionario, un hombre al que el mundo le cabe en la cabeza, un hombre que tiene la energía y el poderío para cambiar al mundo. Como Piñera, Hughes sueña con volar. Diseña aeronaves de alto riesgo, aprende a pilotearlas y, jugándose la vida, se aventura a volarlas. Como Piñera, Hughes está dispuesto a jugarse la vida por un sueño que mejore al mundo. Su audacia, su arrojo, su intrepidez están a punto de costarle la vida. En una ocasión, piloteando una aeronave anfibia, se estrella contra las aguas de un lago al este de Las Vegas, el lago Mead, precisamente un lago, y salva la vida de milagro, muriendo dos de sus pasajeros. En otra ocasión, aterriza de emergencia en Beverly Hills y sale bastante maltrecho del percance. Como Piñera, Hughes no le tiene miedo a nada: es una fuerza de la naturaleza, un titán, un huracán, un loco genial que necesita penetrar en las nubes, conquistarlas, hacerlas suyas, y ver al mundo desde allá arriba. A diferencia de Piñera, Hughes no muere en un accidente de aviación, pero a punto estuvo de morir en sus aterrizajes de emergencia. A diferencia de Piñera, Hughes envejece mal, desarrolla una fobia a los gérmenes, se hace adicto a los opioides, se ensimisma, se aísla del mundo, enloquece. Piñera usa su inteligencia y su carácter para servir a su familia y su nación. Hughes usa su inteligencia para autodestruirse. Piñera muere como un héroe, Hughes muere como un demente.

                                                                                                                              Ahora me pregunto, veinte años después, si Piñera, viendo aquella película, decidió ser un aviador, tomar clases durante un año para aprender a pilotear un helicóptero y comprar un helicóptero para su uso personal, o si antes de ver “El aviador” ya soñaba con conquistar los cielos al mando de un helicóptero liviano, para cinco pasajeros, que podía recorrer unos cuatrocientos kilómetros a una velocidad máxima de ciento ochenta kilómetros por hora. Ahora me pregunto si, al ver las hazañas aéreas de Hughes, sus arriesgadas peripecias, Piñera quiso ser como él, o si corrió al cine esa tarde, un día de semana, para ver la película de Scorsese, porque él, que ya era accionista de una aerolínea y viajero harto frecuente, era un aviador orgánico, en estado puro, un aviador en sus sueños, en su imaginación, en sus fiebres mejores, un aviador que todavía no sabía guiar un helicóptero pero que había nacido para ser un aviador, alguien cuyo destino era ser un aviador, y Sebastián Piñera no era un hombre que escapaba a sus citas con el destino.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Fiel a su carácter, el aviador ha muerto volando. Ahora vuela más alto.

                                                                                                                              Por Jaime Bayly

                                                                                                                              Escritor, periodista y conductor de televisión peruano.
                                                                                                                              Ver todas las noticias
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