Un viernes por la tarde, haciendo maletas, el mismo traje y la misma corbata de siempre, recibí un escueto correo electrónico de la aerolínea, informándome de que el vuelo estaba demorado nada menos que doce horas: no despegaría a las nueve de la noche de ese viernes, sino a las nueve de la mañana del día siguiente. Lo interpreté como una señal del destino, una prevención de los dioses, un mensaje desde el más allá de mi hermana mayor que me cuidaba: no debía viajar a Buenos Aires para entrevistar al candidato presidencial Javier Milei. Llamé a la aerolínea, cancelé mi boleto, solicité un reembolso por el dinero no menor que había...

Por Jaime Bayly
Escritor, periodista y conductor de televisión peruano.
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