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Atenas Pei, líder de la oposición

John Galán Casanova

02 de julio de 2022 - 12:00 a. m.

El sábado pasado, como de costumbre, como cada mañana, Atenas Pei madrugó religiosamente a revisar qué barbaridades se habrían atrevido a escribir esta vez los “abyectos garrapateadores” de El Espectador.

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Inició su tarea despotricando de la “Pati… difusa opinadora” Patricia Lara, quien a su juicio definitivamente desvaría, “no está en sus cabales”: “En eso se hicieron expertos, en vender humo, y ahora que llega el momento de entregar dicha mercancía, sus incautos compradores rápidamente se darán cuenta del cuento que les metieron”. Acto seguido, enfiló baterías hacia Santiago Gamboa, ese “escritorzuelo de cuenticos”: “Así son los sedicentes intelectuales nuestros […] Y cambian los tiempos, ahora pasan de cerreros y acerbos críticos del gobierno Duque a cancerberos del maléfico sujeto G. Petro”. Luego la emprendió contra el “acumulador de conocimiento inútil” Julio César Londoño, “dictador de la palabra huera”: “Se inspira y se solaza, y así alzará la plaza con tanta melaza que vierte sobre el Caronte Petro”.

A continuación, tras descalificar a Juan Carlos Botero como “un preclaro miembro de esa alta y rancia burguesía que al infierno nos llevó”, procedió a demoler la columna de Juan David Ochoa: “Este escribiente de farragoso estilo ciertamente nos da fe sobre los nuevos tiempos que se avecinan […] Empero, en pocos días despertaremos a la pesadilla que se nos vino encima y peor de infierno se volverá”. El columnista invitado Mauricio Restrepo no pasó de agache, también fue blanco de sus denuestos: “Luego de nefasto día comienzan las alabanzas en loor de maléfico sujeto; sí, se dispara la abyección. Así lo revistan de melifluo verbo, cuán ruin es el humano”. A Martín Jaramillo no lo insultó, pero se sirvió de su texto para corroborar “que todo fue como un cuento de hadas, en el cual el príncipe Petro a punta de tender humo convenció a la muchachada y, cuando pasen los días y despierten a la realidad, verán que fue un feo sapo lo que les vendieron”.

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Así las cosas, mal hubiera podido yo esperar que el implacable forista fuera a tratarme con diferente rasero: “Cuán melifluo este galán con el tosco rey y sus gañanes que ahora van por el trono. […] He ahí otra prueba más de cuán pobre es este medio en su batería de sicarios opinadores, de todos no se hace uno bueno”.

Gracias a estas, y muchas otras perlas, es comprensible que Atenas Pei sea impopular entre el resto de los lectores, quienes, cuando se dignan a considerarlo, no lo rebajan de “Uribestia lamentable”, “ave de mal agüero”, “un payaso que no puede aceptar algo positivo en quien no sea de su secta perversa de extremistas de derecha o filonazis”.

¿Por qué será que no se calla? ¿Por qué, así como a cada rato amaga, no cancela de una buena vez su suscripción y emigra a las páginas de Semana, El Colombiano o El Tiempo? La respuesta es simple: Atenas Pei nos necesita, necesita pensar a la enemiga, respirar por la herida. La contradicción es su razón de ser, su caldo de cultivo. ¿Qué podría él replicarle, digamos, a un Néstor Humberto Martínez, a una Salud Hernández, a una María Andrea Nieto? ¡Moriría de aburrimiento!

A falta de un retrato, he terminado por imaginarme a Atenas Pei como un émulo de su coterráneo, el senador uribista Carlos Felipe Mejía, célebre por sus ofensivas diatribas, en una de las cuales se atrevió a expulsar del país al ahora presidente electo. Tal como en su momento le manifestó Petro a Mejía, a Atenas Pei quiero decirle que acá lo necesitamos, “quizás igual de vociferante, ojalá un poco más leído”. Lo necesitamos porque es parte de Colombia, “y entender que una nación se construye como un pacto entre diversos en donde todos y todas son importantes es fundamental”.

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Coincido con el lector George Creek cuando sostiene que a Atenas “es bueno seguirlo teniendo aquí, ya que necesitamos de alguien frustrado y resentido, bien sea para que nos haga conmover o reír”. En el actual cuarto de hora, cuando prácticamente todos quieren trepar al bus de la victoria, y casi nadie se atreve a disentir, con sobrados méritos Atenas Pei merece ocupar la plaza de líder de la oposición.

Podré no estar de acuerdo con nada de lo que supura, pero estoy presto a empuñar mi escudo para garantizar su derecho a decirlo.

Por John Galán Casanova

Poeta y ensayista bogotano. Premio nacional de poesía joven Colcultura, 1993. Premio internacional de poesía "Villa de Cox", 2009.
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