En el camino

De fotógrafos y biógrafos (I)

John Galán Casanova
25 de febrero de 2023 - 02:00 a. m.

Diciembre me deparó un viaje a Medellín del que regresé cargado de biografías. Se trata de un par de joyas sobre la historia y trayectoria de dos singulares fotógrafos paisas: El Chino. La vida del fotógrafo personal de Pablo Escobar, escrita por Alfonso Buitrago Londoño, y El ojo de dios: la historia del fotoperiodista Henry Agudelo, escrita por Róbinson Úsuga Henao. Hoy me centraré en el libro de Buitrago y la próxima vez en el de Úsuga.

En El mensajero, su extraordinaria biografía del poeta Porfirio Barba Jacob, paradójicamente, Fernando Vallejo habla de la biografía como un género menor. Su propio libro desmiente esa afirmación, pues es un claro ejemplo de cómo la biografía es un género rico y versátil que aúna el retrato individual, el testimonio colectivo, la crónica, la narrativa, el acervo documental, la reportería, el ensayo de interpretación histórica y una exigencia de calidad literaria en la escritura.

De fotógrafos y biógrafos (I)
Foto: Cortesía

Lo mismo se puede decir a propósito de la biografía de Édgar Jiménez Mendoza, el Chino, el fotógrafo personal de Pablo Escobar. Alfonso Buitrago encontró un personaje maravilloso, hizo una investigación exhaustiva y parió un libro donde, al tiempo que urde un agudo y conmovedor perfil del protagonista, arma un valioso recuento generacional, un detallado retrato de época, un análisis lúcido y descarnado de la Colombia de los últimos cincuenta años, marcada por la guerra contra las drogas y su contracara, el auge mundial del narcotráfico.

Cuando la veta editorial alrededor de Pablo Escobar parecía agotada, después de que su hermano mayor, su primogénito, su amante, su esposa, su jefe de sicarios y uno de sus pilotos le hubieran dedicado sendos libros, y de que Alonso Salazar hubiera publicado su biografía canónica, aparece el Chino, un personaje insólito que permite recrear la historia del capo desde una nueva perspectiva: la del amigo del colegio a quien Escobar contrata años después para retratar los animales de la hacienda Nápoles, el único que se atrevía a darle pata jugando fútbol, y que, como su fotógrafo privado, por la dimensión histórica del retratado y su entorno, terminó realizando un registro único para la posteridad.

¿Y cómo es que el Chino llega a ocupar ese rol de testigo excepcional? Según sus propias palabras, se podría decir que casi por casualidad: “La fotografía nunca la asumí en serio (como nada en mi vida). Nunca busqué nada, no tengo pretensiones, no soy virtuoso ni artista, pero tampoco me considero un mal fotógrafo... Pude haber sido un buen reportero gráfico, pero no me metí por mis perezas y mis cosas. Mi vida de bohemio insufrible no me lo permitió. Nunca he buscado historias ni estar metido en la pomada, como un Jesús Abad Colorado o un Albeiro Lopera, que están metidos en eso, yo no, estoy en la casa durmiendo y me llaman para ir a tomar unas fotos o estoy bebiendo y no me encuentran y se ponen a buscarme”.

Este anárquico militante de izquierda, un espíritu libre desentendido del dinero, veterano fotógrafo de día y veterano borracho en las noches, aficionado a la tertulia y el ajedrez, quien hizo parte de la Anapo, del M-19 y de la campaña al congreso de Pablo Escobar, y que como fotógrafo retrató animales exóticos, bodas, bautizos, reuniones de mafiosos, sesiones de porno y manifestaciones políticas, es un personaje difícil de clasificar. Una amiga cercana lo caracteriza así: “Tiene que ser un tipo que no esté trabajando y no esté haciendo nada pa’ que tenga tiempo de hacer todas esas cagadas maravillosas que ha hecho. He admirado mucho al Chino. Uno se sorprende, conversando con este hombre, de lo inteligente que es. Y fuera de eso tiene una gracia natural pa’ contar las historias y uno se muere de la risa”.

Aunque la historia del capo Escobar gravita todo el tiempo como telón de fondo del libro, y que el Chino sea “un retratista irremediablemente atado a su retratado, incapaz de romperlo en mil pedazos y sacarlo de su vida”, el biógrafo Buitrago logra que el fotógrafo como protagonista se imponga con luz (y oscuridad) propia: “Nunca buscó estar presente en el momento definitivo; los momentos definitivos tenían que ir a buscarlo. Su verdadera fuerza estaba en el simple hecho de ser un narcofotógrafo que desdeñaba su propio lugar en una empresa todopoderosa”.

Un centenar de imágenes provenientes del archivo gráfico del Chino ilustran orgánicamente su biografía. Tratándose de la vida y obra de un fotógrafo no podía ser de otra manera. Allí aparece, con la contundencia del testimonio y la fatalidad de los hechos cumplidos, una abigarrada galería de personajes que protagonizaron momentos cumbre del acontecer nacional, antes de que la vorágine de la violencia los extinguiera.

A sus 72 años, Édgar Jiménez, el fotógrafo personal de Pablo, es un sobreviviente que no se explica cómo no lo mataron cuando estaban matando a todo el mundo. La prudencia de no haberse inmiscuido nunca en algo ilegal lo mantuvo al margen, permitiéndole salvar el pellejo. En uno de los incesantes mensajes de WhatsApp que le envió durante la elaboración del libro, y que Buitrago escogió como epígrafe inicial, el Chino le indicó las pautas de cómo contar su vida: “Vos tenés que mostrar al Chino, que soy yo, y que vos decís que soy el personaje, en todo. Con sus aciertos y con sus fracasos; con su bondad y con su maldad; con sus inteligencias y con sus brutalidades; con su gran sentido de la amistad y con su bestialidad cuando se siente traicionado”, rematando con un designio que define de maravilla el compromiso del biógrafo ante su biografiado: “Hacer de un pendejo, como yo, alguien universal en cuanto a las miserias de la vida y la vacuidad de todo”.

El Chino. La vida del fotógrafo personal de Pablo Escobar, Alfonso Buitrago Londoño. Medellín: Universo Centro, 2022, 396 páginas.

John Galán Casanova

Por John Galán Casanova

Poeta y ensayista bogotano. Premio nacional de poesía joven Colcultura, 1993. Premio internacional de poesía "Villa de Cox", 2009.

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