Desde 1979, cuando con veinte años entró a trabajar como laboratorista en el periódico El Mundo, de Medellín, Henry Agudelo inició un camino hacia la maestría en el arte de la reportería gráfica. Hoy en día, tras cimentar su trayectoria profesional en El Mundo, El Tiempo y El Colombiano, se dedica a transmitir su experiencia de más de cuatro décadas en el instituto creado por su familia para preservar y proyectar su legado. El cronista Róbinson Úsuga asumió el reto de contar su vida en el libro El ojo de dios: la historia del fotoperiodista Henry Agudelo, que hace parte del Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad de la capital antioqueña.
A Nelson Fredy Padilla, miembro del jurado que le otorgó una beca de creación en periodismo narrativo a este proyecto, le entusiasmó que se escribiera la biografía de un fotoperiodista como Agudelo, porque comúnmente estos reporteros, modernos historiadores gráficos, viven y mueren en el anonimato, sin dejar huella. En el caso antioqueño, así como haría falta documentar las vidas de pioneros de la fotografía como Benjamín de la Calle, Melitón Rodríguez y Francisco Mejía, es necesario rastrear el rumbo de las generaciones posteriores, de las que hacen parte nombres como los de Manuel Saldarriaga y Jesús Abad Colorado. El ojo de dios, primer libro biográfico sobre Henry Agudelo, enriquece un acervo contemporáneo al que se suman las biografías sobre los fotógrafos Albeiro Lopera y Édgar Jiménez escritas por Alfonso Buitrago.
En el libro, el biógrafo Úsuga se dirige todo el tiempo a su biografiado en segunda persona, un recurso eficaz que genera un aura de cercanía e intimidad con el personaje:
“Te llamas Henry. A partir de los veinte años harás tu vida en cada foto, hasta convertirte en un renombrado fotoperiodista. Viajarás por el mundo y ganarás premios internacionales. Darás cientos de charlas en donde conmoverás por lo ingenioso, lo inesperado o lo dramático de tus imágenes. Escribirán sobre ti, algunas reseñas cortas y otros artículos más profundos. En abril de 2017, el periodista Juan Carlos Pérez, de la BBC, publicará un artículo sobre tu dominio del arte fotográfico, sobre tus calladas y sutiles técnicas para cazar las mejores imágenes, y te pondrá una chapa sorprendente: te llamará El ojo de dios”.
Como si se vivieran en el mismo momento en que se narran, los hitos en la vida del fotoperiodista se cuentan en tiempo presente, tal y como ocurre con la fotografía y la reportería gráfica, que se encargan de capturar retazos de presente. Cada capítulo de esta suerte de álbum biográfico abre con una fotografía que ilustra algún episodio en la vida de Agudelo, que Úsuga procede a narrar y documentar: ahí está, por ejemplo, una de sus primeras fotos, la que le tomó a su amigo Alirio, a quien mataron días después; está la que le tomó a Carlos Lehder el día de su extradición, gracias a la cual pudo comprar su primera casa; hay un retrato de Elizabeth, su esposa y madre de sus hijos Cristhian y Matheo; hay una de Higuita y Andrés Escobar jovencitos en medio de un entrenamiento; está la de la caída de un ciclista en la Vuelta a Colombia, con la que Agudelo ganó su primer premio nacional de periodismo deportivo; hay otra que le tomó a parientes y amigos en La Raya, el barrio donde creció; está una magnífica que le tomó a Fredy Rincón, el Tino Asprilla y el Pibe Valderrama celebrando el quinto gol del 5 a 0 contra Argentina; está la portada de El Colombiano en la que registró la entrega de armas del Bloque Cacique Nutibara; está una de las seis fotos que tomó durante unas corralejas en Sabaneta, con las que obtuvo su primer World Press Photo, el más prestigioso concurso internacional de fotografía de prensa; a continuación sigue la estampa de un rejoneador y un toro con la que se ganó su segundo World Press; está el trozo de un rostro no identificado que hace parte de la serie que Agudelo realizó en morgues de Medellín, dándole vida a la muerte a través de la fotografía; y está también, por último, una foto de Henry Agudelo en el cerro El Picacho junto a su nueva familia: los niños, jóvenes y adultos a quienes enseña fotografía en el instituto que lleva su nombre.
El ojo de dios nos permite familiarizarnos con la historia y el oficio de un avezado y abnegado reportero gráfico, en un claroscuro que permite apreciar sus luces y sus sombras, sus aciertos y desaciertos, su genialidad y su mal genio. Dice Nelson Fredy Padilla que una biografía debe ser una invitación a descubrir una vida a través de la cual podamos recrear la propia junto a la realidad que nos tocó en suerte, una premisa que en el caso de este libro se cumple a cabalidad.
Desde hace años, gracias a la irrupción de magníficas obras de periodismo narrativo, se ha hablado de la crónica como la prosa de más apasionante lectura en Latinoamérica. Guardadas las proporciones, el auge de biografías publicadas recientemente en Colombia da pie para registrar un boom alrededor de este género, dentro del cual, aparte de El ojo de dios y las dos sobre fotógrafos de Buitrago Londoño, cabe mencionar la biografía de Fernando Molano escrita por Pedro Adrián Zuluaga, la de Tomás Carrasquilla escrita por Leticia Bernal, la de Alejandro Obregón escrita por Gustavo Tatis, la del Tigre Colombiano escrita por este servidor, la de Totó La Momposina escrita por Patricia Iriarte y la de Teresita Gómez que prepara Beatriz Helena Robledo.
Una manada de biógrafas y biógrafos anda alerta por ahí, haciendo de las suyas. Desde sus particulares búsquedas y experimentaciones, cada cual nutre una cosecha que mantiene alta la vara desde comienzos de siglo, con biografías como las de Pablo Escobar y Luis Carlos Galán escritas por Alonso Salazar, la de Pambelé escrita por Alberto Salcedo Ramos y la de Joe Arroyo escrita por Mauricio Silva.
Así que, ya lo saben: la próxima vez que vayan a una librería, no olviden visitar la sección de biografías.
CODA
En la flor de sus treinta y dos años partió el entrañable, riguroso y talentoso escritor y editor Karim Ganem Maloof. Lo recordaremos con admiración y afecto.