El arte puede llegar a ser virtuosamente oficial o ferozmente transgresor. De ello podemos dar fe a propósito de obras musicales y gráficas creadas en torno a la figura de la recientemente fallecida reina Isabel II de Inglaterra.
En 1974, el grupo Queen ofreció una versión de “God Save the Queen”, el himno nacional inglés, interpretada por su guitarrista Brian May. En adelante, la utilizaron al finalizar sus conciertos para despedirse del público. Un gesto patriotero, nada subversivo, que terminó siendo oficial a tal punto que, en 2002, al cumplirse cincuenta años de reinado de Isabel, treparon a Brian May al techo del Palacio de Buckingham para que tocara en honor de Su Majestad.
En 1977, por el contrario, el grupo Sex Pistols lanzó una canción titulada “God Save the Queen”, igual que el himno, pero con una letra radicalmente distinta. Porque donde el himno inglés proclama: “Dios salve a nuestra graciosa reina, / larga vida a nuestra noble reina. / Dios salve a la reina, / que la haga victoriosa / feliz y gloriosa”, la canción de los Pistols, compuesta por su vocalista Johnny Rotten, vocifera: “Dios salve a la reina, / al régimen fascista. / Hacen de ti un idiota, / una bomba atómica en potencia”, para añadir a continuación: “Dios salve a la reina, /ella no es un ser humano, / y no hay futuro / en el sueño de Inglaterra. […] No hay futuro. / No hay futuro. / No hay futuro para ti. / No hay futuro. / No hay futuro. / No hay futuro para mí”.
Acerca del momento en que apareció la canción, Rotten comentó: “La Inglaterra de los años setenta era muy deprimente. Estaba completamente venida a menos, había basura en las calles, desempleo total, prácticamente todo el mundo en huelga. Educaban a la gente en un sistema que te dejaba bien claro que si venías del sitio equivocado no tenías la más mínima esperanza y ninguna posibilidad laboral. De todo eso surgí yo y los Sex Pistols y un montón de pajuelos copiones después de nosotros”.
En palabras de Ángel Perea, mi asesor musical de cabecera, este tema insignia del más genuino punk británico “es una agria ironía de explícita agresión crítica al decadente imperio. Tal vez la crítica más simple, directa y alevosa jamás escrita en una canción popular”. En los conciertos, Rotten extremaba su parodia del himno alterando la pronunciación de “God Save the Queen” (Dios salve a la reina”) por “God Shave the Queen” (“Dios afeite a la reina”).
Esta rabiosa embestida contracultural no se limitó al plano musical. Para diseñar la carátula del sencillo, el artista Jamie Reid se dedicó a trastocar un retrato de la reina que habría de convertirse en una de las más icónicas e irreverentes imágenes del siglo XX. Usando una bandera inglesa flácida como fondo, Reid intervino el rostro de Isabel II vendándole los ojos con el título de la canción y amordazándole la boca con el nombre del grupo.
Las reacciones no se hicieron esperar. Ofendidos por la letra de la canción y el diseño de la carátula, los trabajadores de Virgin Records se negaron a prensar el disco. Cuando finalmente apareció, desató álgidas protestas y, pese a que muchas tiendas se negaron a venderlo, en diez días se vendieron ciento cincuenta mil copias. Las emisoras se negaron a transmitirlo, convirtiéndolo, según The Guardian, en “la grabación más censurada del Reino Unido”. Johnny Rotten respondió a los ataques diciendo: “no se escribe una canción como ‘God Save the Queen’ porque odies a los ingleses. Se escribe una canción así porque los amas y estás cansado de que los maltraten”.
El arte contestario de los Sex Pistols y de su diseñador gráfico contrasta con la adopción antiséptica y glamurosa de los símbolos patrios que hizo Queen tanto en su escudo como en su versión instrumental del himno inglés. Años después, ocurriría lo mismo con las estilizadas serigrafías que realizó Andy Warhol en 1985 bajo el debido consentimiento de la reina.
En mayo de este año, meses antes de la muerte de Isabel, en una entrevista televisiva, Rotten señaló acerca de su demoledora composición: “‘God Save the Queen’ es una canción antimonárquica, pero no misántropa. Todo el mundo piensa que estoy en contra de la familia real como seres humanos. No lo estoy. En realidad, estoy muy orgulloso de la reina por sobrevivir y estar tan bien. Solo creo que, si el dinero de mis impuestos está siendo utilizado para mantener este sistema, debería poder opinar sobre cómo se gasta”.
El pasado 9 de septiembre, al día siguiente de fallecer la reina, Rotten publicó en su cuenta de Twitter: “Descanse en paz, reina Isabel II. Que sea victoriosa.”, acompañando su trino con la foto de la reina intacta, sin la vandalización del disco del 77. Respecto al futuro de la realeza inglesa sin la presencia de Isabel, ya había dicho: “Creo que será, posiblemente, el final de la monarquía, porque el príncipe Carlos no va a poder reemplazarla. Estamos hablando de un tipo que les pone Pink Floyd a sus cultivos”.
El tono mesurado del podrido Rotten, sumado a los compungidos pésames de grupos ingleses como Iron Maiden, Black Sabbath, Def Leppard y Judas Priest, junto a los de figuras como Mick Jagger, Elton John, Billy Idol y Jon Bon Jovi –quienes llegaron a despedir a la reina como “segunda madre” y “muy querida abuela de la nación”– hace ver a estos buenos chicos malos como un combo reblandecido.
O será una muestra de que los ricos también lloran, y de que los veteranos punkeros, rockeros y metaleros también tienen su corazoncito.