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Érase una vez Gaza

John Galán Casanova

27 de septiembre de 2025 - 12:04 a. m.

La humanidad de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI vive en una caverna virtual, emparedada entre cámaras y pantallas. Desde antes de nacer, cuando se nos toma una ecografía, ya somos vistos en una pantalla. Luego, en casa, aprendemos a escuchar la voz humana, a usar el lenguaje y a deslumbrarnos con mercancías a través de pantallas. El televisor, las tablets y los celulares nos crían desde la más tierna infancia.

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La humanidad de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI se habituó así a ver la maravilla y la barbarie del mundo a través de cámaras y pantallas. La programación del tercer milenio empezó con la transmisión de los atentados a las Torres Gemelas. Luego tuvimos los cubrimientos de la invasión a Irak, el tsunami en Indonesia, el paso del huracán Katrina en Luisiana y la irrupción de la Primavera Árabe.

Más recientemente, la invasión rusa a Ucrania captó la atención global, y luego, tras el ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023, asistimos al reality del exterminio palestino por determinación del gobierno que preside el genocida Benjamín Netanyahu.

El último informe de la comisión internacional independiente nombrada para investigar la situación en la Franja de Gaza demuestra que las fuerzas israelíes han cometido y siguen cometiendo cuatro actos prohibidos por la Convención de 1948 sobre el Genocidio: matanza de miembros de un grupo nacional, étnico, racial o religioso; lesión grave a su integridad física o mental; sometimiento a condiciones que acarreen su destrucción física, total o parcial; e imposición de medidas para impedir nuevos nacimientos. Ante la aterradora evidencia, Amnistía Internacional reclama que no hay tiempo para más excusas: “Nunca ha habido tanto en juego. La existencia misma del pueblo palestino corre peligro. Las pruebas del genocidio siguen aumentando y la comunidad internacional no puede alegar que no lo sabía”.

Mediante registros documentales, series y películas, la humanidad de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI supo del horrible genocidio que sufrió el pueblo judío a manos de la Alemania nazi. Se reconoció el derecho de Israel a existir como un Estado y una nación soberana que prosperó al punto de ser una potencia mundial. Hoy en día, es aberrante que el ejército de ese pueblo alguna vez martirizado lleve a cabo otro horrible genocidio martirizando a la población palestina, violando la convención suscrita a raíz del Holocausto para que nunca volviera a ocurrir algo así.

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La matanza, los bombardeos, la hambruna, el duelo, el sufrimiento, la niñez asesinada, lisiada y desamparada, toda esta ignominia ocurre frente a nuestras narices pegadas a las pantallas. Cargaremos la vergüenza de haber asistido en tiempo real a esta operación de tierra arrasada sin hacer nada. Como lo reconoció el editorial de El Espectador del 20 de septiembre, la violencia sin precedentes perpetrada por Israel “ha desestabilizado el orden internacional y demostrado que no podemos detener un genocidio”.

Algunos hacen algo. Roger Waters, uno de los fundadores de Pink Floyd, se aposta con un micrófono frente a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y grita:

―¡Escuchen, hijos de puta! ¡Y jódase Netanyahu! Millones de personas alrededor del mundo se opondrán hombro a hombro a sus crímenes monstruosos. Y juntos, nosotros, las personas comunes reorientaremos este navío.

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Desde el estadio de Wembley, en el evento Juntos por Palestina, la relatora de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, fue vehemente:

―¡No esperen más, organícense, alcen la voz, protesten, incomoden, hagan huelga, boicoteen! Renuncien a un poco de su privilegio para que un pueblo entero no tenga que perderlo todo.

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Esta semana, Francia, Canadá, Australia, Portugal, Bélgica, Luxemburgo, Malta, Andorra, San Marino y el Reino Unido reconocieron la soberanía de un Estado palestino libre e independiente, como lo hizo Colombia desde 2018. Ya era hora, aunque, como recalca el comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, “el reconocimiento del Estado palestino no significa nada si no hay un alto al fuego en Gaza”. La relatora Albanese insiste en que el reconocimiento es insuficiente si cada Estado no revisa y suspende sus vínculos militares, políticos, diplomáticos y económicos con Israel. Al presidente Petro hay que reconocerle que desde un principio fue tajante al calificar de genocida el proceder del gobierno israelí y actuar en consecuencia.

Entre tanto, Palestina sigue siendo diezmada por el hambre, las balas y las bombas mientras Netanyahu destruye lo que queda de la ciudad de Gaza. El repudio del mundo y las protestas en Israel no lo detienen porque cuenta con el respaldo del condenado impune que hoy gobierna los Estados Unidos.

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Entre tanto, en la caverna virtual, a este lado de las pantallas, usted y yo repetimos el acto sadomasoquista de holgar cada noche viendo las infaltables tragedias del día. Un modo paranoico y esquizoide de contemplar el mundo en llamas desde la pasividad de nuestro confortable encierro.

Por John Galán Casanova

Poeta y ensayista bogotano. Premio nacional de poesía joven Colcultura, 1993. Premio internacional de poesía "Villa de Cox", 2009.
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