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La imagen de la mujer trans Sara Millerey González luchando contra la muerte en las aguas turbias de la quebrada La García, en Bello, Antioquia, perdurará en la memoria nacional junto a la de la niña Omaira Sánchez luchando contra la muerte entre el lodo que dejó la erupción del Nevado del Ruiz.
Son dos tragedias que muestran facetas muy distintas de lo que puede ser nuestro país. En el caso de Omaira, mucha gente la rodeó durante días para tratar de rescatarla. En el caso de Sara, mucha gente la observó durante horas sin intentar ayudarla. La caricatura de una persona ahogándose mientras otras la graban con sus celulares se hizo realidad de la manera más grotesca, como una pieza de cine snuff. En el video que se hizo viral, aparte del fragor de la corriente y los lamentos de Sara, lo único que se escucha es una voz que advierte a unos mirones que “ahí no se paren” porque se pueden caer. En cuatro décadas pasamos de una escena de la Colombia humana a una de la Colombia desalmada.
Como tantos otros crímenes, el asesinato de Sara no debe quedar impune. Mientras en Antioquia y el resto de la nación la sociedad se moviliza y repudia la barbarie, la reacción de las autoridades municipales y departamentales deja que desear. Aunque la Secretaría de las mujeres reconoció que este hecho no puede entenderse como un crimen aislado, el comunicado de la gobernación desdibuja a Sara al calificar su muerte de homicidio. Señor gobernador, este nuevo crimen de odio no fue un homicidio, fue un feminicidio, un transfeminicidio. Por su parte, Federico Gutiérrez pretende desentenderse del asunto diciendo que ocurrió en Bello, y no en Medellín. Señor alcalde, pese a que a Sara la atacaron en Bello, durante este año la mayoría de los asesinatos contra la población LGBTIQ+ en el país ―trece de veinticuatro― se ha cometido en Antioquia, cuya capital usted preside. A Andrés Julián y a Fico, normalmente tan locuaces, en este caso se les comen la lengua los matones.
“Es pesado, es violento y muy triste que esto se haya publicado así y que todo el mundo haya visto una situación así”, manifestó una amiga de Sara, reconociendo, no obstante, que el video permitió evidenciar la realidad que enfrentan las mujeres trans: “De otra forma nunca se habrían dado cuenta de todo lo que realmente nos pasa a nosotras. Siempre dicen ‘la población vulnerable’, pero no saben qué tan vulnerables somos”.
Según la Corporación Caribe Afirmativo, las mujeres trans en Colombia están muriendo tres veces: la primera, en vida, por el rechazo familiar y la exclusión social, la segunda, por violencia física, y la tercera es una muerte institucional, porque el Estado las desampara. Valery Parra, defensora de derechos humanos y presidenta del sindicato de trabajadoras sexuales de Medellín, explica: “Las personas trans venimos atravesando una situación sistemática de asesinatos. En Antioquia, ser una mujer trans es una sentencia de muerte y una sentencia de exclusión, porque minimizan nuestras capacidades laborales y educativas y nos condenan a trabajos informales y de alto riesgo”.
El jueves santo, durante la ceremonia del lavatorio, el cardenal primado de Colombia honró la memoria de Sara y les lavó los pies a doce mujeres de la comunidad trans en Bogotá. Hay que destacar este acto de reconocimiento por parte de la Iglesia católica, que para muchas otras cuestiones, como la de la pedofilia, se ciega. El arzobispo Rueda afirmó: “Pensando en las últimas mujeres trans que han muerto, y que mueren como si hubiera muerto alguien de condición inferior, démonos cuenta de que toda vida es sagrada, y que la vida de cualquier ser humano nos llama al respeto. Dios no discrimina, Dios sencillamente acoge y acompaña”.
¿Y ahora qué viene para las personas de la población LGBTIQ+? ¿El odio, la transfobia y la homofobia seguirán matándolas? Transcribo lo que dijo al respecto un activista gay de Medellín: “Siempre van a querer meterse con nosotros. El problema es que somos muy escandalosos, y cada vez aprendemos menos a quedarnos callados, entonces vamos a hacer la bulla que sea necesaria”.
El 24 de diciembre de 2022, Sara Millerey subió a su perfil de Facebook una selfi donde luce una blusa con el lema HERE IS BEAUTY ―Aquí está la belleza―. Acompañó su autorretrato con la frase: “La más bella herejía del bello norte”. La más bella herejía de Bello, asesinada brutalmente tres años después. Un crimen que pasa a engrosar la historia local y universal de la infamia.
CODA
“Las personas transexuales deben ser aceptadas e integradas en la sociedad. Jesús no pone límites, el diálogo con todos es algo que nos enseñó. Dios no reniega de ninguno de sus hijos. Dios nos ama tal como somos. A todos, nadie excluido. Este es precisamente el estilo de Dios: cercanía, compasión, ternura”. Papa Francisco (1936-2025).
