—Levántese, abuelo, es su última lucha. Yo lo asisto, vamos a librar su última batalla.
El Tigre no quería dejar el lecho.
Había volado desde Puerto Rico expresamente para asistir al lanzamiento de su biografía. El gran momento había llegado y el curtido excampeón mundial de lucha libre no podía pararse de la cama. Hablé con él por teléfono a mediodía y me dijo que lo disculpara, pero que en realidad no estaba en condiciones de asistir:
—Tengo que privilegiar mi salud. Entiéndeme: así no puedo presentarme en público.
Su nieto Javier logró convencerlo. Le ayudó a vestir la sudadera y la chaqueta negra con una cabeza de tigre como escudo, y lo montó al taxi que les permitió llegar de primeros al Gimnasio Moderno.
Horas antes, un reporte por Instagram anunció plantones para esa tarde, en protesta por el abuso sexual del que había sido víctima la joven Hilary Castro. La concentración iniciaría en la sede de la EAN, a tres cuadras de donde realizaríamos nuestro evento.
Las marchas y bloqueos hicieron que el servicio de Transmilenio se suspendiera. Cerraron las calles aledañas. Los invitados trinaron que estaban atrapados en el trancón. Para rematar, se soltó un pertinaz aguacero.
Nada de lo cual impidió que medio centenar de personas llegaran a rodear al Tigre. Tres generaciones de su descendencia se hicieron presentes. Acudió gente de la lucha libre y de las artes marciales, así como amigos y fanáticos que vieron brillar al ídolo 60 años atrás, en la época dorada de la lucha.
La música y la proyección de imágenes de 37 años de trayectoria profesional corrieron por cuenta de DJ Jhongo, nieto del Tigre, y de su novia Natalia. A las 7:05, el director literario de Planeta, Juan David Correa, dio la bienvenida, y así, bajo el agudo arbitraje de Mario Jursich, el protagonista y el autor de la biografía sostuvimos un entrañable cara a cara.
Como en tantas otras ocasiones, el Tigre se sobrepuso al dolor y estuvo magnífico. Simpático, radiante, hizo gozar a la concurrencia. Durante seis años trabajé hombro a hombro con él para reconstruir su vida, y después de incontables tropiezos, contra viento y pandemia, esa noche pudimos festejar el fruto de nuestra labor: un libro de 375 páginas y 110 fotografías que pretende librar del olvido su legado y fabulosa existencia.
El senséi Jairo Rozo, director de la Escuela Rozo Kai Ninja Karate Zen, fan del Tigre desde los tiempos de la Santamaría, pasó al frente y exaltó el historial deportivo del Tigre Colombiano, su trayectoria de más de seis décadas como luchador profesional y maestro de lucha libre, vale todo y artes marciales mixtas, de suerte que todos pudimos dar fe del sitial que le corresponde como maestro de maestros en la historia de los deportes de contacto en el país, en virtud de su “disciplina, mística, dedicación, superación, divulgación, excelencia y maestría del estudio y práctica de las artes marciales”.
Finalmente, pese a no pocos contratiempos, la presentación de Entrena como una bestia, pelea como un salvaje fue todo un éxito, un triunfo inobjetable del Tigre. Al culminar la velada, partió acompañado por toda su familia. Entonces nos despedimos y lo abracé por última vez.
De regreso a Puerto Rico, la tregua que le había concedido su cuadro clínico concluyó. Habiendo cumplido el propósito de ver publicada su biografía, el veterano excampeón se aprestó a descansar. A los 92 años y ocho meses, falleció el domingo 27 de noviembre en el Hospital San Carlos Borromeo del municipio de Moca, donde residía.
Aunque tuvo que lidiar con la inminencia de la muerte, mantuvo siempre su entusiasmo por la existencia. La certeza de que su paso por el mundo tendría fin lo hacía valorar más cada instante:
“La vida se nos va en segundos. Para que cada segundo sea gratificante hay que darle dirección y acción al pensamiento y poner el corazón en lo que se hace. Hoy es el día, el gran día para no dejarnos vencer por la pereza, el conformismo y la indiferencia. Con optimismo y fe venceremos, en lo posible, los obstáculos de la edad, hasta que en el último suspiro podamos decir: ¡misión cumplida!”.
Misión cumplida, querido Bill Martínez, nuestro primer Tigre, el sin par Tigre Colombiano. Me honra haber secundado su última victoria.