El 25 de noviembre, día internacional de la no violencia contra la mujer, la Corporación Excelencia en la Justicia convocó la Gran Cumbre de la Justicia para entregar los Premios Excelencia en la Justicia, conmemorar a los Eméritos y celebrar el Día de la Magistrada.
La abogada María Adelaida Ceballos publicó una foto de la ceremonia llevada a cabo en el auditorio principal del Externado y comentó: “Al fondo dice ‘Día de la Magistrada’, pero en la mesa hay once hombres, una mujer y ninguna magistrada”. La instantánea retrata el hecho de que actualmente ninguna alta corte es presidida por una mujer. La única mujer en la foto es la fiscal Camargo, de ahí que Ceballos objete que en la celebración del Día de la Magistrada no hubiera ninguna de ellas en la mesa principal.
El mismo día del homenaje a las magistradas invisibles, radiante desde su hogar, la jueza penal del circuito de Florencia Marienela Cabrera subió este mensaje a su cuenta de TikTok: “Como mujer y como juez siempre seré un espacio seguro, una voz firme y la resistencia que sostiene a cada mujer que busca justicia”.
A la jueza Cabrera, cuyo despacho acredita un índice de cumplimiento del 114 % en 2023 y del 137 % en 2024, dos personas la denunciaron por realizar videos “mostrando de manera sugestiva su cuerpo”, y también porque, por andar en esas, no destinaba “la totalidad de su tiempo en desempeñar su labor”. El caso llegó a la Comisión Seccional de Disciplina Judicial del Caquetá, a ojos del magistrado Manuel Enrique Flórez.
Flórez se entregó a examinar la cuestión. Desestimó la recomendación de la Procuraduría de atenerse a las veintitrés imágenes aportadas en las denuncias. En su celo inquisidor, el togado fue por todo e incluyó 658 publicaciones de Marienela en TikTok. No contento con ello, le ordenó al CTI y a la SIJIN que le confiscaran el teléfono celular. Ella se negó a entregarlo, y el CTI y la SIJIN tuvieron que explicarle al magistrado que no podían violar así la intimidad de la juez.
Tras darse garra con las 658 publicaciones de Marienela, Flórez llegó a la conclusión de que 48 de estas “contienen imágenes de sus partes corporales y acciones sugestivas y provocativas”. Le abrió pliego de cargos y, al tratar de justificar su decisión, su prosa en ascuas puso al descubierto su fascinación por la inculpada:
“En un número considerable de imágenes y videos, la funcionaria aparece mostrando partes de su cuerpo no cubiertas por sus ropas como la región pectoral o estando vestida se muestra asumiendo posiciones que destacan esa y otras partes de su cuerpo como los glúteos, que entonces se constituyen en imágenes ‘provocativas’, que por su condición de funcionaria judicial traspasan las prerrogativas de la condición de género, a lo sensual”.
Para la jueza Cabrera, más que una pieza procesal, el pliego de cargos de Flórez es un manifiesto machista. Desde su provocadora tribuna digital, sin pelos en la lengua, le ha lanzado los dardos de un manifiesto feminista:
“Espero que le quede claro, señor, que no le temo al machismo aunque tenga poder. Y llegaré a las instancias que sean necesarias para defender con vehemencia mi identidad. (…) La niña que huyó de la violencia rural se convirtió en la juez que no le huye a la violencia institucional. La enfrenta más libre y firme que nunca. (…) La vestimenta de una mujer no es prueba, excusa ni argumento. Cualquier valoración machista sobre ella constituye un uso indebido de estereotipos, expresamente prohibidos en la valoración jurídica. (…) Tápate los ojos si el ejercicio de mis derechos te incomoda, si eres de los que piensa que las mujeres no nos hemos ganado el derecho a vestirnos como se nos antoje. (…) Asistir con escote a la diligencia no constituye un gesto de rebeldía, sino la afirmación legítima de mi dignidad y del respeto que merece toda mujer en el ejercicio de su derecho a la libre determinación sobre su cuerpo y su forma de presentarse”.
Volviendo a la Gran Cumbre de la Justicia, mientras a la jueza Marianela la acusan de atentar contra el decoro y la moralidad de la profesión, a uno de los once prohombres sentados en la mesa principal del evento, nada más y nada menos que al presidente de la Corte Constitucional, magistrado Jorge Enrique Ibáñez, un juez de Neiva le ordenó retractarse por afirmar sin fundamento que fue violado por la mujer con quien tuvo un hijo (al que nunca quiso reconocer). He ahí, sí, el decoro y la moralidad de la profesión en entredicho.
La Corte Constitucional está conformada por seis hombres y tres mujeres. La Corte Suprema, por catorce hombres y nueve mujeres. El Consejo de Estado, con una plaza por reemplazar, por veintidós hombres y ocho mujeres. La Comisión Nacional de Disciplina Judicial, por cinco hombres y dos mujeres. La única alta corte paritaria es el Consejo Superior de la Judicatura, con tres mujeres y tres hombres.
Como lo muestran estas cifras, entre homenajes fallidos, sindicaciones misóginas, comportamientos deshonrosos y un manoseo olímpico de la equidad de género, esto de la igualdad de los sexos es un propósito al que en la rama judicial, tal como en los poderes ejecutivo y legislativo, evidentemente aún le falta mucho pelo pa’l moño.
CODA
Consterna la muerte en Cúcuta de la jueza Vivian Polanía, otra profesional valiosa y valiente imputada por el delito de ser sexi.