Ana Bejarano afirma en su más reciente columna que Shakira, además de portentosa pensadora, es, comillas: “sin duda alguna, la artista más grande de la historia de Colombia; hasta un ciego lo puede ver”. Desconcertado, acudí al set de la doctora Ana María Polo en Miami y ella gentilmente me atendió. Transcribo el libreto de la audiencia, en la que funjo como El demandante.
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El demandante: Quiero instaurar una querella contra Ana Bejarano por haberse atrevido a afirmar que Shakira es, sin duda alguna, junto a García Márquez, la artista más grande de la historia de Colombia, como hasta un ciego lo puede ver.
Dra. Polo: ¿Al nivel de García Márquez? ¿Equiparó las canciones de Shakira con la dimensión de El general en su laberinto, El amor en los tiempos del cólera o Cien años de soledad?
El demandante: Flagrantemente, sin ningún fundamento.
Dra. Polo: ¿Por qué tú dices que sin fundamento?
El demandante: Sus argumentos son endebles; las pruebas, inexistentes. Afirma que Shakira es, además de portentosa pensadora, la artista más grande de la historia de Colombia, como hasta un ciego lo puede ver, porque ha vendido ochenta millones de discos, ha sido galardonada con todos los premios de la industria, bailó champeta en el Super Bowl, le cantó a Obama y se tomó los mundiales de fútbol.
Una cosa es que una talentosa artista pop entre al star system gringo y, por ahí derecho, conquiste el circuito del entretenimiento mundial, y otra cosa muy distinta, que un escritor de portentosas novelas, junto a sus colegas del boom, hayan reconfigurado desde Latinoamérica la narrativa universal.
El planteamiento de Ana es el de una fan obnubilada. Pone a Shakira en un podio y banquillo innecesario, embarazoso. Al sostener, con los raseros culturales de Pepsi y del Encanto de Disney, que Shakira es la artista más grande de la historia de Colombia, empobrece la visión de lo que valoramos como arte e invisibiliza el legado de otras escritoras, artistas plásticas, actrices, bailarinas y músicas de Colombia.
Dra. Polo: Que pase el primer testigo.
[Entra un ciego, interpretado por Silvestre Dangond].
Dra. Polo: Por favor, señor, díganos su nombre.
El ciego: Me llamo Leandro Díaz. Mi vida siempre ha sido dura: en mi anterior existencia fui ciego de nacimiento, ahora reencarné en Silvestre Dangond.
Dra. Polo: ¿Está usted de acuerdo con que Shakira es la artista más grande de la historia de Colombia, como hasta un ciego lo puede ver?
El ciego: No puedo ver eso, doctora. Me opongo a que se hable de Shakira como la pionera en llevar nuestra lengua, cultura y ritmos al mundo, cuando, desde inicios de los noventa, con La candela viva, Totó La Momposina llevó nuestra música al centro de la escena mundial. Si a perendengues comerciales vamos, no en vano recibió un Grammy Latino a la Excelencia Musical.
Dra. Polo: ¿Hay más testimonios?
El demandante: Réplicas de tres lectores de Ana Bejarano:
Lector # 1: “¿Es Shakira una sabia? ¿Una pensadora como cuando uno habla de pensadoras como María Zambrano? ¿No será más bien la cantante colombiana más conocida a nivel universal y que más ha ganado premios internacionales?”.
Lectora # 2: “Sin desconocer algunos méritos de Shakira ni entrar a discutir su entrega absoluta a las exigencias del mercado, dedicándose a hacer videos con reguetoneros de todo pelambre, quisiera decirle a Ana Bejarano que sí existe una colombiana que llevó el nombre de nuestro país muy lejos y muy alto en el mundo, desde antes de que Shakira naciera, y esa es Totó La Momposina”.
Lector # 3: “Qué desfase tan bravo el de Anita. Baile también con su hermosa hija, hasta desfallecer, los porros, gaitas y cumbias inmortales de Lucho Bermudez. Su hija se identificará más con este hermoso país”.
Dra. Polo: Habiendo revisado y ponderado todas las evidencias, he decidido dar la razón al demandante. Conmino pedagógicamente a Ana Bejarano a que, además de caer extasiada bailando a Shakira, emprenda junto con su hija un descubrimiento de las artistas de Colombia bajo patrones distintos al de “la artista más grande” o “la gran colombiana”, que ella misma tilda de anodinos y mal enfocados.
Una comprensión más amplia del arte, abordándolo como una construcción solitaria, colectiva y multidisciplinaria, las acercará a escritoras como la madre Josefa del Castillo, Marvel Moreno, Albalucía Ángel, María Mercedes Carranza y Maruja Vieira; a artistas plásticas como Débora Arango, Feliza Bursztyn, Beatriz González y Doris Salcedo; a artistas de la escena como Delia Zapata, María Eugenia Dávila, Vicky Hernández, Patricia Ariza o Margarita Rosa de Francisco; y a músicas como Esthercita Forero, Matilde Díaz, Leonor González Mina, Petrona Martínez, Totó La Momposina, Teresita Gómez, Martha Senn, Bertha Quintero, Marta Gómez, Maía, Adriana Lucía, Li Saumet, Lido Pimienta o La Muchacha, todas ellas ejemplos, como Shakira, de resiliencia y vehemencia.
A la hora de contrastar referencias contemporáneas de Shakira, en el caso colombiano ahí está Andrea Echeverri, cantante de los Aterciopelados, una artista integral que puede sacar a pasear a su perro con tranquilidad sin que la asedien los paparazis ni el fisco a causa de los millones de euros del star system.
Respecto al demandante, señaló de inexistentes las pruebas de Ana, lo cual no es cierto, pues en su columna ella remite a canciones donde Shakira presuntamente habla sobre el aborto, dios, la corrupción y la hipocresía social. Como tampoco tú sabes todo acerca de lo que dices, deberás ver los videos y corroborar qué tan portentosa pensadora es Shakira.
El demandante: Doctora, eso es justo lo que a Ana le correspondía hacer.
Dra. Polo: Ningún pero. He dicho. ¡Caso cerrado!