Cambio de doctrina

Jorge Iván Cuervo R.
02 de septiembre de 2022 - 05:00 a. m.

Los anuncios que ha hecho el presidente Gustavo Petro y el ministro de Defensa, Iván Velásquez, en relación con las Fuerzas Militares y la Policía, implican un radical cambio de doctrina en la manera como la Fuerza Pública deben relacionarse con las instituciones y la sociedad.

Colombia ha tenido unas fuerzas armadas preparadas para el conflicto armado, fortalecidas y educadas para enfrentar las amenazas que implica la presencia de grupos armados en todo el territorio durante más de seis décadas. Su principal función ha sido la de proteger las instituciones y la integridad territorial, como corresponde a los organismos armados oficiales en las sociedades democráticas.

Pero en desarrollo de la lucha contrainsurgente pasaron varias cosas que deben corregirse de cara a una sociedad en paz, un proceso lento y lleno de dificultades que Colombia viene buscando desde la década de los 80 del siglo pasado, con las sucesivas negociaciones, desmovilizaciones y sometimiento a la justicia de distintos grupos armados de diferentes características, desde los que tenían alguna pretensión política en sus objetivos hasta los que se dedicaron al crimen organizado, muchos de los cuales se han reciclado al aparo de las rentas ilegales y hoy ejercen control territorial difuso en muchas regiones del país.

Y pasó que en la lucha contrainsurgente, con el apoyo económico, logístico y de formación de los gobiernos de los Estados Unidos, y la debilidad de los gobiernos civiles para liderar esa guerra en estricto cumplimiento de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, vinieron los excesos que suelen darse en una guerra irregular, de parte y parte, los que estamos viendo ante la JEP, en la Comisión de la Verdad, en los procesos de justicia y paz, atrocidades de unos y de otros, y en medio la sociedad civil, especialmente campesinos indefensos, poblaciones afro e indígenas en medio del fuego cruzado que no han visto florecer ni el desarrollo económico ni disfrutar plenamente de la democracia.

En miles de expedientes judiciales e informes de organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales, están documentadas las desapariciones, los homicidios en persona protegida, los ataques indiscriminados a poblaciones indefensas, los falsos positivos, y todo aquello que se dio en la degradación de la guerra, ante la indolencia e indiferencia de la mayoría de nosotros en las ciudades, donde veíamos el conflicto por allá en las lejanías de Saravena, el Tarra o Caloto.

Esta degradación desvió de su objetivo misional a las fuerzas armadas, como es el de defender la legitimidad de las instituciones, lo que implica obrar con legitimidad, y es por eso que el reproche que se hace a la Fuerza Pública es diferente al que se hace a los grupos ilegales, quienes también han cometido atrocidades terribles, como el secuestro o el reclutamiento de niños y niñas, porque las fuerzas armadas del Estado juraron cumplir la Constitución y la ley y ajustar su accionar a ello.

Algunos gobiernos han estimulado este proceder y otros no han hecho lo suficiente para impedirlo. En el acuerdo de paz se fue muy cuidadoso en no tocar la doctrina militar pues se necesitaba de su compromiso para consolidar la paz y seguir combatiendo a otros grupos armados.

En el caso de la Policía, su involucramiento en acciones de contrainsurgencia hizo que se desdibujara su carácter de fuerza civil armada encargada de garantizar la convivencia ciudadana. Su proceder durante las protestas sociales dejó ver que hay una doctrina predominante de ver a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes, como enemigos.

Todo esto debe cambiar, y los anuncios del presidente Petro, los cambios en la cúpula militar y de Policía, la apuesta por la paz total, apuntan en esa dirección. No va a ser un proceso fácil, tendrá resistencias en las propias fuerzas armadas y en sectores de opinión que quieren una Fuerza Pública al servicio de sus intereses y contra la ciudadanía que resiste y protesta.

En suma, necesitamos una Fuerza Pública para la paz, si este gobierno lo logra, será su mayor legado.

@cuervoji

 

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