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Petro y los medios

Jorge Iván Cuervo R.

23 de marzo de 2023 - 09:00 p. m.

De manera circunstancial me vi envuelto en la polémica entre el presidente Gustavo Petro y el portal La Silla Vacía, a propósito de un organigrama sobre la familia presidencial donde se usaba la foto de una de las hijas del presidente, quien citó desde su cuenta el tuit donde yo preguntaba si a otro mandatario le habían hecho un organigrama similar, y ahí fue Troya.

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El presidente señaló de canallada el uso de fotos de su hija menor de edad, La Silla Vacía se defendió diciendo que él mismo había expuesto a su hija públicamente en otras fotos, que en un chat de la oficina de comunicaciones de la Presidencia se distribuyeron algunas fotos con la menor de edad, lo cual fue interpretado como una autorización implícita, argumento flojo por lo demás que respaldó la Fundación para la Libertad de Prensa, como no podía ser de otra manera. Que la foto no se había usado de manera maliciosa y no había causado un perjuicio a la integridad de la menor.

La Silla volvió un punto de honor mantener la foto en el artículo –cuando hubiera podido retirarla sin afectar el mensaje inicial–, y el presidente sacó un escrito donde rechazaba los ataques que había recibido el portal en redes, reafirmando su compromiso con la libertad de prensa, pero deslizando algunas advertencias que algunos consideraron innecesarias. Más allá de este rifirrafe, el incidente deja varias lecciones.

Lo primero es que los medios en Colombia están aprendiendo a cubrir a un mandatario cuyo lenguaje y formas de comunicación no son las habituales. Desde su paso por la alcaldía de Bogotá, el cubrimiento y la mirada de los medios en general hacia Gustavo Petro como gobernante ha sido diferente, con un grado de escrutinio mayor, con cierta desconfianza, seguramente por no ser percibido como un actor tradicional del establecimiento y un político de izquierda que viene de la insurgencia armada. Esa sospecha connatural que debe tener el periodismo con el poder, en Colombia ha sido diferente cuando de un mandatario de izquierda se trata.

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Los medios en Colombia, en general, hacen parte del establecimiento, varios grupos económicos son propietarios de medios radiales, escritos y televisivos, y la línea editorial de la gran mayoría de ellos tiende a ser defensora del establecimiento y sus intereses. Esto es un fenómeno mundial, la concentración de poderes económicos y medios que termina afectando la independencia de estos últimos a la hora de cubrir personajes y hechos políticos. Lo de Fox News en los Estados Unidos con Donald Trump fue un ejemplo grotesco de parcialidad política que vio todo el mundo.

Entre nosotros, tenemos una revista semanal que ha construido una narrativa política en contra de Gustavo Petro, como candidato y ahora presidente. Pero también, la gran mayoría de columnistas de opinión y de opinadores en espacios de radio con la misma convicción que se opusieron a su candidatura, hoy lo hacen con el gobierno, magnificando los problemas –que los hay, y bastante preocupantes, como el deterioro de la seguridad y el orden público–atribuyendo responsabilidades que vienen de atrás a problemas estructurales y ni siquiera otorgando el beneficio de la duda.

Vale la pena resaltar el contraste de actitud que han tenido los gremios económicos, quienes han mostrado una disposición al diálogo y al trabajo constructivo con el gobierno. Los representantes del establecimiento económico han entendido la importancia de la concertación y han valorado la oportunidad que implica trabajar con un gobierno diferente, lo cual ha dado como resultado que algunas de las reformas, como la laboral, se han concertado con sus voceros. Lo mismo sucede con los partidos políticos con quienes se ha logrado, en general, un clima de armonía, pero cosa diferente ha sido con la matriz mediática, más dura en reconocer el cambio que plantea este gobierno.

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El presidente ha contribuido con esa desconfianza al instalar en el debate público la idea del relato periodístico, como sinónimo de falsedad en la forma como los periodistas registran las decisiones y acciones del gobierno. Ello implica una generalización injusta, pero permite ver que el presidente siente que no está siendo bien tratado por la prensa y, de ese sentimiento, difícilmente hay regreso. Los medios empiezan a sentirse los guardianes de la democracia– hay que escuchar la sobreactuación de algunos en los programas radiales de la mañana–, se radicalizan aún más y, como consecuencia de ello, el poder presidencial se empieza a hacer sentir con restricciones sutiles y luego directas a la libertad de prensa. Es una deriva casi inexorable.

Se necesita una profunda autocrítica de los medios de comunicación y de todos quienes de alguna otra forma estamos metidos en esto sobre el rol de la prensa en una democracia, sobre el equilibrio informativo, sobre diferenciar información de línea editorial y opinión, sobre la necesidad de hacer escrutinio al poder teniendo de presente cuando se pasa al escenario del activismo político.

También se precisa de una reflexión en el gobierno, en la forma como se enfrenta esta realidad que difícilmente va a cambiar en estos cuatro años. La confrontación directa del presidente con periodistas en redes sociales no es el mejor escenario. Tener una agenda comunicativa para simplificar los mensajes, es urgente. Contrastar la desinformación con datos, corregir donde haya que corregir, no personalizar los debates, aceptar que la rendición de cuentas hace parte del ejercicio permanente del poder en una democracia.

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Lo cierto es que hoy la oposición política al gobierno de Gustavo Petro pasa por el despacho del fiscal general y las salas de prensa de muchos medios de comunicación.

@cuervoji

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