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¿Va a terminar Petro su período?

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Jorge Iván Cuervo R.
12 de abril de 2024 - 09:05 a. m.
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Para efectos prácticos, el Gobierno de Gustavo Petro ya terminó, en el sentido de un Gobierno que pueda hacer cambios estructurales como los que prometió para ser elegido.

Este ciclo de reformismo estructural no pudo concretarse por varias razones. El Gobierno no entendió la dimensión política del cambio. Al no tener mayorías en el Congreso, era claro que debía pactar una coalición, la que duró solo el primer año y sirvió para aprobar una reforma tributaria y el Plan de Desarrollo, hoja de ruta que el gobierno ha desdeñado. Pero luego vinieron las reformas sociales, especialmente la de salud que, por su contenido maximalista, dinamitó la coalición, sacrificó ministros y gastó capital político de manera innecesaria. Hoy que se anuncian algunas medidas por vía administrativa, se confirma que lo del Gobierno era más un pulso ideológico que una estrategia razonable en un régimen donde lo gradual hace parte del ADN institucional, gústenos o no.

Pero el Gobierno tampoco ha entendido la dimensión institucional del cambio que propone. Para bien o para mal, el cambio social en Colombia está atado al cumplimiento de unas reglas institucionales que deben cumplirse, lo cual amerita una discusión sobre si esas restricciones al poder constituyente son tan rígidas que no permiten reformas estructurales. Es decir, tendríamos unas instituciones conservadoras incapaces de tramitar reformas profundas.

Proponer cambios a esas reglas de juego mediante una constituyente, como propone el presidente, es un tema que debe discutirse más adelante pero no como estrategia alternativa para sacar las reformas que naufragan en el Congreso. No es casual que los avances más importantes en términos de inclusión social durante la vigencia de la Constitución de 1991, se deban a la Corte Constitucional y no a los gobiernos y al Congreso. El sistema político se resiste al cambio y un gobierno de izquierda tampoco le encontró la vuelta.

Esto ha sido aprovechado por el establecimiento político, el cual inicialmente había apoyado al Gobierno, pero hoy ha entendido que es mucho más rentable oponerse a sus iniciativas y capitalizar la idea de caos y fracaso que día a día alimentan los medios con material significativo que el propio Gobierno ofrece. En lugar de poner el foco en la buena gestión de varios ministerios, es preferible ponerlo en Morris y Rusinque.

Pero quedan más de dos años de período. Hay quienes consideran que Petro se convertirá en dictador, gobernará por decreto, convocará una constituyente a lo Chávez y se perpetuará en el poder. Tienen columnas semanales para expresar ese delirio sin fundamento diferente al rencor político.

Otros señalan que el Gobierno entrará en la intrascendencia, el presidente pasará al espacio retórico, al agitamiento permanente de sus bases, a construir la narrativa de que le impidieron gobernar, pues el poder no estaría en la presidencia sino en los poderes fácticos que son quienes controlan este país. Es el llamado proceso constituyente del que ha hablado Gustavo Petro, un mood en el que él es muy efectivo, poniendo temas, señalando injusticias y responsables de ellas, liderando el debate y controlando la agenda de discusión.

Pero queda otra vía: la de un presidente que se toma en serio su papel de gobernante, capaz de identificar por dónde se puede avanzar, dónde es viable restablecer alianzas políticas, ejecutar su Plan de Desarrollo, apuntarle a una reforma a la descentralización, a la justicia orientada al acceso de los más vulnerables, a concretar la paz con el ELN y el Clan del Golfo, a promover una política industrial, una verdadera transición energética que no sacrifique el crecimiento económico mientras se da esa transición, al desarrollo rural con reforma agraria incluida, a reivindicar a los más excluidos con políticas sociales que vayan más allá de las transferencias monetarias, a dejar las bases para un sistema pensional más solidario y sostenible fiscalmente, una reforma laboral que garantice derechos pero permita reducir la informalidad, un sistema de salud que logre combinar garantía de derechos con sostenibilidad financiera.

Esta es la vía que le permitirá terminar su período con algún legado; la otra, la de la retórica grandilocuente, seguro le permite llegar al final, pero sin trascendencia y arrastrando a la izquierda al ostracismo, abriendo las puertas a un gobierno reaccionario al cambio social.

Sigo creyendo en que todavía es posible un presidente que gobierne.

@cuervoji

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Iván(38850)15 de abril de 2024 - 01:53 p. m.
TODAVÍA HAY TIEMPO !!: EL DAPRE, LA ESAP, LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS Y PRIVADAS, ESCUELAS DE GOBIERNO, PODRÍAN APOYAR AL GOBIERNO A MEJORAR LA GESTIÓN PÚBLICA. EL PROGRESISMO ES COMPATIBLE CON UNA BUROCRACIA EFECTIVA Y ÉTICA
  • Eduardo(4745)16 de abril de 2024 - 03:59 p. m.
    Buena columna, considero necesario que el próximo gobierno, esté alineado con los cambios sociales que Colombia necesita. Clave la composición del próximo Congreso, la ciudadanía debe ser consciente y votar a conciencia
alfonso(9763)13 de abril de 2024 - 10:37 p. m.
Dos apreciaciones: lo que dinamitó Petro fue la corrupción que día a día no deja de sorprendernos y dos: no será que la oposición no ha dimensionado la pedagogía que el presidente viene haciendo en cada visita? Lo que se llama oposición parecen torpes y sin argumentos, mal presagio que a todo le dicen no!. Mucha ciudadanía está observando.
Hector(31467)13 de abril de 2024 - 07:42 p. m.
Un gobierno controvertido como todos los gobiernos. Con cosas buenas, regulares, y malas. Lo importante es el balance de cuáles son más y mejores. Y en eso, comparado con otros gobiernos anteriores, creo que el actual va adelante y ganando.
Helkin(32850)13 de abril de 2024 - 04:07 p. m.
El proceso de paz con las FARC es un claro ejemplo de que el sistema no es rígido y permiten reformas estructurales. A pesar del error de convocar a referendo, con mucha estrategia política y jurídica fue un avance en términos de inclusión social durante la vigencia de la Constitución de 1991.
MARIA(2246)13 de abril de 2024 - 02:58 p. m.
Petro no puede ser inteligente en tratar de sacar su proyecto, le ganan los dedos en X para vivir agitando peleas. Queda aún mucho tiempo y no se cómo será, porque su caballo de batalla el pueblo, no lo logra convocar como su mesianismo le hace creer ser su dueño. Hoy la oposición le saca más pueblo. Mucho daño le hará a la democracia, porque es incapaz de abandonar ser un agitador, nos entregará a la Cabal. Demasiado grave. Eso de que "no me pongan a gobernar, pónganme a hablar", es cierto.
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