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La marcha uribista contra la paz

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Jorge Iván Cuervo R.
01 de abril de 2016 - 02:27 a. m.
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Este sábado 2 de abril, la oposición al gobierno de Santos alineada alrededor de la figura del senador Álvaro Uribe sale a marchar para protestar por varios temas, pero en esencia, para hacerlo contra la posibilidad que tiene Colombia de lograr el fin del conflicto con la guerrilla de las Farc. En estricto sentido, es una marcha uribista contra la paz.

Algunos voceros del uribismo han morigerado el discurso y han señalado que no marchan contra la posibilidad de paz sino contra la forma como se negocia y las consecuencias que podrían derivarse de ello, especialmente en lo que tiene que ver con impunidad por graves crímenes –como si la ley de alternatividad penal en su momento no hubiera hecho lo mismo–; elegibilidad política de los líderes de las Farc –como si no tuvieran a Everth Bustamante de senador–; y asimilación del delito del narcotráfico a delito político –como si muchos paras no hubieran legalizado su fortuna proveniente del narcotráfico en el proceso de desmovilización–.

La negociación con las Farc no ha sido fácil, no solamente por la desconfianza creciente sobre el proceso, una suma del rechazo a ese grupo guerrillero y un malestar creciente con un gobierno que tiene muy pocas cosas que mostrar como no sea mantener el anhelo de paz, con lo cual obtuvo su reelección. Pero también, porque la oposición uribista no le ha dejado margen de maniobra, y cada paso que da supone un desgaste para explicar que ni el país se está entregando al castrochavismo ni en el 2018 alias Timochenko será presidente de la República. Pero con eso y otras falacias ha tenido que lidiar, y la verdad es que el Gobierno no ha logrado hacer de la paz un propósito nacional y su lenguaje ha terminado por radicalizar a sus opositores.

Me pregunto qué pensará un ciudadano en otro país, cómo es posible que un grupo político se movilice para oponerse a la paz, máxime si dicho proceso es apoyado por toda la comunidad internacional, el sistema de Naciones Unidas –que incluso participará en la fase de verificación de los acuerdos–, la Unión Europea, todos los países del continente americano, incluido Estados Unidos, cuyos gobiernos han sido actores claves en mantener encendido el conflicto con su política insurgente y su lucha contra las drogas. Se preguntará este ciudadano, cómo es posible que todos estén equivocados y este partido tenga la decisión de oponerse a que las contradicciones políticas dejen de tramitarse por la vía armada, la gran debilidad de esta democracia.

Se preguntará ese ciudadano desprevenido si de verdad la paz de Santos va a dejar a este país peor de lo que está, como lo sugiere el expresidente Uribe en esta entrevista al diario El País, o si nunca le ha interesado la paz, o nunca ofreció a las Farc, incluso más de lo que el actual gobierno, y cómo pudo decir en su momento en la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2003 estas palabras: “Comprendo la preocupación que surge de atenuar la justicia frente a delitos graves, pero también debe entenderse que en un contexto de 30.000 terroristas, la paz definitiva es la mejor justicia…”.

Si la paz definitiva es la mejor justicia, y también el fundamento de una mejor seguridad pública, como lo demuestran las cifras de acciones de las Farc entre diciembre de 2014 y febrero de 2016, según Cerac, y se inician conversaciones formales con el Eln, ¿cuáles son finalmente las razones del uribismo para oponerse a la paz y movilizarse contra ella?

@cuervoji

 

 

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