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Bueno que la paz con las Farc sea un hecho cumplido, hasta el punto de que un Gobierno que se hizo elegir para hacerla trizas ha tenido que aceptar esa realidad política que se constituye en un paso más en esa larga transición política que inició con la Constitución de 1991. Esperemos que la JEP y la Comisión de la Verdad traigan la justicia que exige este acuerdo político.
Las movilizaciones estudiantiles en defensa de la universidad pública fueron otra buena noticia porque implican un renacer de la movilización social que tanto necesita una democracia como la colombiana, que a veces parece agotarse en el distorsionado ritual de las elecciones. En esa medida, los estudiantes son el personaje del año. Buena la composición heterogénea del Congreso de la República para evitar desmanes del régimen presidencial, y buenísima la estrepitosa derrota de Vargas Lleras.
Bueno lo de Caterine Ibargüen, por todo lo que implica como mujer afro, pero también lo del equipo femenino del Huila, campeón de la Copa Libertadores de América, un título histórico que se suma a logros importantes de otras mujeres deportistas que han dejado en alto el nombre del país, tales como Sofía Gómez y su récord de apnea, Tatiana Calderón y sus pruebas en la Fórmula Uno, el equipo nacional de patinaje y sus 20 medallas en el mundial de la disciplina, Andrea Ramírez con dos copas mundiales en Taekwondo y los títulos mundiales de Sara López en arco compuesto.
Muy bueno lo de Doris Salcedo –incluyendo su antimonumento con las armas de las Farc–, sin duda alguna, la mejor artista colombiana en la actualidad; la reedición de los cuentos de Marvel Moreno, a quien empieza a hacerse justicia con su obra literaria; el Premio Nacional de Novela a Roberto Burgos Cantor, aunque después tuvimos que lamentar su partida.
Lo malo, un Gobierno que llega al poder bajo el miedo al castrochavismo y que al día de hoy no tiene norte y se encamina a una crisis de gobernabilidad sin precedentes; una reforma tributaria con gabelas excesivas a los empresarios y exenciones de todo tipo que no cumple con los requisitos de eficiencia, equidad y progresividad que prevé la Constitución para la política fiscal. La revocatoria de Enrique Peñalosa que embolató de manera increíble el Consejo Nacional Electoral, y ese estilo de gobierno arrogante, antipático y seudotécnico que tenemos en Bogotá. El hundimiento, una vez más, de una reforma a la justicia y en general la falta de liderazgo del Gobierno para tramitar la agenda legislativa.
Feo lo de Néstor Humberto Martínez en la Fiscalía General de la Nación en todo lo relacionado con el caso Odebrecht. Ha usado el poder de esa institución para la defensa de su actuación como asesor del grupo económico involucrado en un escándalo de corrupción que tuvo alcances continentales. Sin duda el antipersonaje del año.
Fea y triste la muerte de líderes sociales y la impunidad que la cobija; feo el inicio enrevesado de la Jurisdicción Especial para la Paz. Impresentables Alejandro Ordóñez en la OEA, Viviane Morales en Francia y Francisco Santos en Estados Unidos.
Muy mal que Trump se esté saliendo con la suya; el triunfo de la ultraderecha en Brasil en cabeza de Jair Bolsonaro –que seguramente alentará otras experiencias políticas de esta naturaleza en América latina–; el ascenso de las iglesias cristianas y evangélicas, un grave riesgo para la democracia y el pluralismo; los gobiernos autoritarios de Daniel Ortega en Nicaragua y de Nicolás Maduro en Venezuela; muy triste la migración venezolana ante un régimen incapaz de producir los bienes públicos básicos; mal los abusos sexuales contra niños de parte de sacerdotes católicos y el encubrimiento institucional que los rodea, las falsas noticias, la ingratitud con Pékerman, el reguetón.
¡Feliz Navidad y feliz año!
