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¿Revocar el mandato de Samuel Moreno?

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Jorge Iván Cuervo R.
06 de febrero de 2009 - 03:00 a. m.
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LA CRECIENTE INSATISFACCIÓN ciudadana con la gestión del Alcalde de Bogotá, y su incumplimiento del plan de gobierno, pone sobre el tapete la discusión sobre la posibilidad de una revocatoria de su mandato.

Veamos las cuentas. La Ley 134 de 1994 exige que la petición de revocatoria debe ser acompañada de un número de firmas equivalente al 40% de los votos obtenidos por el candidato. Según la Registraduría, Moreno obtuvo 920.013 votos, de suerte que se necesitan inicialmente 368.005 firmas de personas que hubieran votado en esa elección.

La Registraduría certifica la validez de las firmas y convoca a elecciones. En éstas deberá votar al menos el 60% de los votos válidos depositados por todos los candidatos. En las elecciones para Bogotá hubo un total de 2’031.526 válidos, es decir, se necesitaría que votaran 1’218.915 personas que lo hubieran hecho en esa oportunidad, y la revocatoria se produce si no menos del 60% vota en favor de ella, es decir, 731.349 personas. De perderse, no puede volver a intentarse durante el resto del período.

Como se puede ver, la ley fue diseñada de manera tal que es prácticamente imposible una revocatoria de mandato, así que la empresa no es nada fácil, y puede resultar hasta contraproducente en un clima de polarización como el que se vive en Colombia, porque el afectado puede terminar presentándose como víctima de sus contradictores políticos, léase uribistas, y usar esa percepción como mecanismo para atornillarse al poder y diluir su responsabilidad política.

El voto por Samuel Moreno, en su gran mayoría, fue un voto de rechazo a la intervención del presidente Uribe en favor de Enrique Peñalosa, sin duda un candidato mucho más calificado para dirigir los destinos de la capital que el hombre de la Anapo, pero a quien se le había agotado el discurso en medio de su autosuficiencia.

La garantía para confiar en Moreno fue creer, erróneamente, que el aprendizaje del Polo durante la administración de Garzón era suficiente para suplir sus deficiencias como administrador público. Pero nos equivocamos, porque el Polo que representa Moreno no tiene un discurso sobre Bogotá, no tiene una teoría de ciudad, y por eso las decisiones improvisadas, reactivas, no concertadas y mediáticas de la administración actual no están orientadas a resolver los problemas de fondo de la capital, sino a preservar la imagen del Alcalde. En consecuencia, tenemos una administración que llega tarde a los problemas y toma decisiones con muy pocos elementos de juicio.

Como van las cosas, y ante el deterioro de Bogotá en temas como movilidad, medio ambiente, percepción de seguridad, espacio público, que afectan directamente la tranquilidad del ciudadano, en las próximas elecciones el Polo perderá el espacio político más significativo con el que cuenta. Una mala noticia para la democracia colombiana.

Lo cierto es que en este momento hay 58 mil personas inscritas en Facebook que en distintos grupos y en tan sólo tres semanas apoyan una revocatoria de mandato para Samuel Moreno. ¿Están dadas las condiciones para iniciar un esfuerzo de esta naturaleza? Queda abierto el debate.

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Coletilla. En el Hay Festival, durante la conferencia de Fernando Vallejo, nadie se inmutó cuando éste fustigó a papas, obispos y al propio Jesucristo. Cuando habló del presidente Uribe empezó la gente a retirarse del recinto. Conclusión: uno puede meterse hasta con el hijo de Dios, pero no con Uribe.

jorgeivancuervo@etb.net.co

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