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Una mirada al vecindario

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Jorge Iván Cuervo R.
30 de enero de 2015 - 04:05 a. m.
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El excepcionalismo colombiano, eso de creernos lo más en lo malo y en lo bueno, nos ha impedido ver nuestros problemas y nuestras potencialidades como nación, en el contexto latinoamericano, y qué decir en el mundial.

Todavía tenemos una visión muy local de nuestros problemas, como si el mundo empezara y terminara aquí, lo cual se reforzó con la visión parroquial de la política exterior durante los ocho años del gobierno de Uribe

Por eso vale la pena darle una mirada al vecindario del sur para darnos cuenta en qué contexto político regional se avanza en la negociación con las Farc, y cómo este puede o no determinar un posible escenario de posconflicto.

Empecemos por Venezuela, donde se da una crisis de eficacia del gobierno que termina por afectar su legitimidad. Nadie discute que el chavismo representa el ascenso de los excluidos por un modelo político tradicional que usurpó la renta petrolera para beneficio de unos pocos. El tremendo arraigo popular y carisma de Hugo Chávez le dieron sustento a la llamada revolución bolivariana, pero sus herederos han sido incapaces de hacer los correctivos en materia de política económica para consolidar un modelo que terminó por destruir el aparato productivo del vecino país.

Maduro y Cabello han optado por profundizar el deterioro del Estado de derecho, y han hecho de la confrontación con la oposición una apuesta de amigo y enemigo, esto sumado la crisis social por el desabastecimiento, hacen de Venezuela un escenario impredecible, que puede terminar teniendo implicaciones en las negociaciones en la Habana y afectación a miles de colombianos que viven en el vecino país, razón por la cual, lo ideal es que el desenlace de la crisis se dé por los canales institucionales. El panorama no está para alentar aventuras golpistas y la sujeción a la democracia debe constituir ya un activo político de América latina.
Ecuador y Bolivia, que si bien se inscriben en el mapa de los gobiernos de nueva izquierda, han hecho la tarea de manera distinta, y si bien han debilitado la institucionalidad con reelecciones a la carta, no se perciben como sociedades en crisis, más bien en transición hacia otras formas de legitimidad democrática. Perú es una locomotora del crecimiento y Paraguay sí es un problema por el fuerte enclave que tienen las Farc allí.

Chile, Brasil y Uruguay son el ejemplo de gobiernos de izquierda exitosos en materia de gobernabilidad política y económica, con una agenda social aún por desarrollar y consolidar más allá de las políticas asistencialistas. La equidad sigue siendo la asignatura pendiente de los dos primero. En nuestro vecino Brasil, la corrupción puede dar al traste el legado de Lulla y del PPT, lo cual afecta la postura contra hegemónica que ha querido desarrollar frente a los Estados Unidos, de lo cual Colombia puede sacar algunos réditos.

Argentina junto con Venezuela, tiene el panorama más incierto de la región, no sólo en materia económica sino en lo político y lo social. La inseguridad, el narcotráfico y la corrupción parecen ser ya un relato cotidiano de los argentinos, con un gobierno como el de Cristina Kirchner que ha optado por la polarización y la división social. Los efectos del caso Nisman, apuntan también a un escenario impredecible que puede terminar polarizando el continente.

Colombia necesita un vecindario tranquilo y unido en torno al proceso de paz, especialmente con los países que tenemos fronteras. No solamente tenemos socios comerciales sino que se necesita de aliados políticos para consolidar el posconflicto.

@cuervoji
 

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