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Sirvan de excusa las terribles circunstancias actuales para recordar lo significativo del fútbol ucraniano. El fútbol total, aquel de movimiento permanente, sin posiciones fijas y con presión asfixiante, nació en Holanda en los años 60. Pero lejos de allí, más o menos por la misma época, germinaba en Ucrania un estilo similar.
Fue Maslov, moscovita él, entrenador del Dínamo de Kiev en los años sesenta, quien pasó del 4-2-4 a un novedoso 4-4-2 con marca zonal. Bajar los punteros y dejar de marcar al hombre fue un movimiento tan novedoso como temerario que solo la victoria permitió mantener. Su discípulo más avanzado fue Valeri Lobanovski, nombrado entrenador del Dínamo de Kiev a finales de 1973. Él fue quizás el primer entrenador que entendió y aplicó la matemática y estadística en el fútbol. Ingeniero del Instituto Politécnico de Kiev, Lobanovski utilizó el potencial de la naciente industria de la computación bajo una premisa: un equipo de fútbol es un sistema que funciona con base en 11 elementos sujetos a una serie de restricciones dictadas por el reglamento. Muy importante, la productividad sumada de los 11 elementos será siempre inferior a la productividad del sistema agregado.
Sus jugadores debían ser piezas de ajedrez, cuyos movimientos coordinados ayudasen al sistema en su conjunto. Siguiendo las premisas del fútbol total holandés (quizá sin conocerlo), el Dínamo tenía presión alta buscando recuperar el balón en el área contraria, pero también podía aguantar y salir como una bala al contragolpe. La posesión del balón, fundamental para ellos, determinaba si el equipo estaba en fase defensiva u ofensiva. Tal estructura requería soluciones revolucionarias. Lobanovski se rodeó de un equipo que modelaba sistemas de juego, trabajaba individualmente los jugadores y recolectaba y estudiaba información estadística del rival. Esto, recordemos, en los años setenta. El Dínamo de Kiev ganó ocho ligas y seis copas soviéticas, además de cinco ligas y tres copas de Ucrania. Salió victorioso también en dos Recopas europeas.
Aquellos con cierta edad recordamos ese espectacular equipo que arrasó 3-0 a un favorito Atlético de Madrid en la final de la Recopa de 1986. Cabe destacar también el equipo soviético del Mundial de 1986, dirigido por Lobanovski y cuya base fue el Dínamo de Kiev. Cayó en octavos de final ante Bélgica 4-3, en un partido en el que el línea español Sánchez Arminio levantó la bandera para señalar fuera de juego de Ceulemans, pero decidió bajarla sin razón aparente. El empate a dos ya fue entonces inevitable.
En la era possoviética aún tuvo tiempo Lobanovski de armar otro gran equipo. Alcanzó las semifinales de la Champions de 1999 derrotando en cuartos al Real Madrid y perdiendo por un global de 4-3 la clasificación contra el Bayern Múnich, tras desperdiciar sendas ventajas de 2-0 y 3-1 en el partido de ida.
Ojalá los tambores de guerra pronto den pasó a los tambores de la hinchada.
