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Colombia es subcampeona de la Copa América. El resultado es bueno por dos razones. Primera, el equipo futbolísticamente jugó bien. Por momentos, excelente. En segundo lugar, es un logro que entra en la historia. La selección ha participado en 24 ediciones de la Copa América. En apenas tres, con la de 2024, ha sido finalista. Pero hay oportunidades de mejora.
La gran selección de los noventa tenía jugadores que entraban en la categoría de crack. Destacaba por encima de todos el Tino Asprilla, pero también el Tren Valencia, cualquier de los arqueros disponibles (Higuita, Mondragón o Córdoba, incluso Calero), y, por supuesto, el Pibe Valderrama.
Nos tocó esperar unos años para tener otra gran selección. La de Brasil 2014 tuvo un crack de nivel mundial: James Rodríguez.
Los demás futbolistas de aquellas selecciones eran grandes jugadores. Rincón, Mina, Escobar y Yepes son apenas ejemplos. Veo en esta selección de 2024 una composición algo diferente. El crack es James Rodríguez, pero no es el mismo de 2014. Son 10 años, el simple paso del tiempo impide que sea el mismo. Hay además otros excelentes jugadores: Luis Díaz, que no logró su mejor nivel; Ríos, la revelación, y Vargas, un buen arquero.
Así que, casi por matemáticas, si nuestro crack es un jugador inferior al de 2014, la selección debería ser menos. Pero sorprendentemente no lo es. Por momentos parecía mejor. Incluso destapó el viejo y divertido debate de si era la mejor selección colombiana de todos los tiempos. ¿Por qué pareció mejor selección que las anteriores?
La diferencia, desde mi perspectiva, es la estructura futbolística y la mentalidad competitiva que le ha impuesto el entrenador Néstor Lorenzo. Mucho hemos recorrido desde que el Bolillo Gómez dijera en 1998 que no estábamos todavía para competir con equipos europeos. Era nuestro tercer Mundial en serie, y en el grupo de Francia nos enfrentábamos a dos equipos del Viejo Continente. El resultado no podía ser otro, eliminados en primera ronda. Esta selección, sin tener esos grandes cracks de antaño, va golpeando y demoliendo al rival sin que lo percibamos. Son, por supuesto, excelentes futbolistas, que, estructurados apropiadamente, y mentalizados mejor, lograron derrotar a Brasil, Alemania y España, y alcanzar, casi con la vitola de favoritos la final de la Copa América ante el campeón del mundo.
Pero hay oportunidades de mejora. Si Lorenzo dio una lección magistral en los cambios ante Uruguay, no se entiende que mantuviese al equipo inicial casi todos los primeros noventa minutos en la final. Cansados, casi perdemos el partido en tiempo reglamentario. A James, además, lo desperdiciamos en el segundo tiempo, porque no tuvo a alguien fresco que se le mostrara. Además, debemos buscar bajo las piedras un definidor. Siete de los 12 goles fueron a balón parado. Siendo buenos delanteros, la selección necesita con urgencia un Falcao, un Iguarán. ¡Pero hay futuro!
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