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Escribía hace unos días Antonio Casale en El Espectador que Radamel Falcao García debía ser entrenador de la selección Colombia. Entendí del escrito que la idea es que dirija contra Bolivia y Venezuela. Luego, en torno a él se formaría el cuerpo técnico con “nombres ilustres”. Concuerdo en que Rueda sobra. También, en lo que quiero entender como el espíritu de la idea, tenemos más oportunidad de clasificar echando una moneda al aire que dependiendo de las habilidades de Rueda como entrenador. Porque, como estamos, la realidad es que Colombia no irá a Catar con Falcao ni con Guardiola.
Pero vale la pena discutir qué tipo de perfil necesita Colombia como entrenador. En estas circunstancias, Casale plantea como únicos requisitos haber vestido la camiseta en las buenas y en las malas y “haber dejado la vida intachablemente en cada oportunidad”. El argumento de fondo es que el entrenador no es más que un seleccionador. Es decir, afirma la columna, el encargado llama a los mejores, maneja egos, los convence de la importancia de representar a Colombia y hace los cambios apropiados según las circunstancias del partido.
Es ahí donde hemos estado fallando. Pékerman nos trae buenos recuerdos. Nuestro mejor mundial fue con él, en Brasil 2014. Pero ha llegado la hora de que vayamos a un mundial a disputarlo. Como mencionaba hace unas semanas en este mismo espacio, es hora de que Suramérica en los mundiales sea más que Brasil y Argentina. Para ello necesitamos un entrenador, no un seleccionador.
En Colombia el criterio suele ser que haya dirigido selecciones. De ahí que sonara Gareca. ¿Por qué Gareca? Ir al mundial y salir en primera ronda tiene que dejar de ser el aspecto destacable en la hoja de vida. Si Gareca es quien nos interesa debe ser porque tiene una idea que potencie a los jugadores que tenemos.
El otro criterio que parece necesario para ser entrenador de la selección Colombia es que “conozca el medio”. Si antes no tenía mucho sentido, menos ahora, cuando la gran mayoría de jugadores destacan en el exterior. El “conozca el medio” lo defiende aún algún periodista que busca mantener su influencia en el entorno de la selección.
Si no podemos aspirar a un Guardiola, también es casi imposible traer una estrella emergente como Galtier, hoy entrenador del Niza. Pero nos toca cambiar el criterio. A la selección debe llegar un entrenador con todo por hacer, que haya estudiado y tenga el potencial de explotar aquí. Un ejemplo es Mascherano, hoy entrenador sub-20 de Argentina. Es de esos futbolistas que eran entrenadores cuando jugaba. La alternativa es un entrenador de vasta experiencia, pero con poco mercado hoy por hoy en Europa. En ese caso, me iría por Koeman. En cualquier caso, habría que armar un proyecto de cuatro años apuntando a las semifinales en Canadá, México y E.E.U.U. 2026.
