El fútbol moderno nació en 1863, en Inglaterra, con un conjunto de reglas que carecían de elementos que hoy consideramos básicos. Buena parte de las líneas de la cancha, por ejemplo, no existían. El tiempo del partido no estaba reglamentado ni se había normalizado la dimensión del balón. Es decir, desde sus comienzos el fútbol evolucionó en su normativa. El VAR, a la larga, no es más que un paso. ¿Habremos ido demasiado lejos?
En 1897, por ejemplo, la International Board (IB), entidad encargada de reglamentar el fútbol, adicionó a la regla número dos: que “el juego será de 90 minutos, a menos que se acuerde mutuamente otra cosa”. En 1902 todavía era ilegal un tiro libre (directo), y en la práctica, al estar definido el tiro de esquina como tiro libre, el gol olímpico era ilegal. En 1903, se aprobó el gol de tiro libre directo.
Más interesante, en 1898, la IB añadió al reglamento que “no se impondrá sanción por manos o falta, al menos que en opinión del árbitro tales acciones sean con intención”. Es decir, el fútbol en sus orígenes distinguía claramente entre intención y no intención. En 1905 ajustó la norma, diciendo que, salvo el portero, ningún jugador podrá “intencionalmente” tocar el balón con la mano ni empujar a un oponente. Valga anotar que, esa minuta de la IB, aclara que la carga es legal, pero no de forma violenta o peligrosa.
En 1907 continuaron los ajustes. La IB ajustó la norma diciendo que el árbitro puede pitar falta siempre que “piense que la conducta de un jugador es peligrosa o potencialmente peligrosa”. La revisión de la evolución del fútbol sugiere al menos dos cosas: a medida que el deporte se desarrolla, surgen dudas de interpretación y se realizan los ajustes correspondientes, y la idea es mantener un juego fluido, con mínima interferencia arbitral, donde es este quien juzga la intencionalidad de la mano o falta.
Tras más de un siglo, llega el VAR, que surge para promover un fútbol más justo e impartir mejor justicia, pero, como he dicho en otras columnas, a la larga, la justicia unánime no existe. Es una bella utopía irrealizable en tantos ámbitos de la vida, más aún en uno que está desbordado de pasiones.
El fútbol está lleno de errores que cambiaron la historia. Pero, a la larga, el VAR no ha logrado corregir eso. En cambio, termina generando bochornos antes inexistentes, como lo sucedido en el debut de Argentina en los Juegos Olímpicos de París 2024. Viendo los continuos desastres del VAR y leyendo la historia de la norma, concluyo que el fútbol fue diseñado para ser jugado e interpretado por humanos, con todo lo que eso implica. Habrá errores, pero la perfección nunca fue un objetivo ni debería serlo. La expulsión por cámara lenta (Mayra Ramírez en el debut de Colombia en los JJ.OO.) se debería eliminar del fútbol y también los partidos de 100 o más minutos.
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