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Hay que ajustar la norma del fuera de lugar

Jorge Tovar
28 de noviembre de 2022 - 10:00 a. m.

La gran novedad tecnológica de Catar 2022 es el fuera de lugar semiautomático. El artilugio, como descubrieron con amargura los argentinos en la derrota ante Arabía Saudita, determina con precisión la posición del delantero que está yendo en contravía del objetivo del juego: el gol. Hay que ajustar la norma del fuera de lugar.

Su origen data de 1863, fecha de la fundación “oficial” del fútbol moderno. Entonces, los pases hacia adelante estaban prohibidos y solo se permitían laterales o hacia atrás. En caso de que un compañero del poseedor del balón estuviese más adelante, se consideraba en fuera de juego. La norma se mantuvo hasta 1925. Entonces el fútbol en Inglaterra estaba en crisis. Los goles escaseaban. En la temporada 1923-24 se anotaron 2,4 goles por partido. De las 124 temporadas que se han disputado en Inglaterra es el promedio más bajo, con excepción de dos posteriores en los años 70. Aunado a que la temporada 1922-23 también registró un número de goles por partido muy bajo y que la temporada 1924-25 está en el puesto 106 de ese ranking, se entendió que el fútbol debía cambiar. El diagnosticó apuntó al fuera de lugar.

La norma se ajustó a la versión moderna: un jugador está en fuera de juego si, estando en el campo rival, está más cerca de la línea de meta rival que el balón y el penúltimo adversario. El cambio de norma fue un éxito. La temporada 1925-26 ocupa, a la fecha, la posición catorce de las más goleadoras en Inglaterra. Entonces se anotaron 3,6 goles por partido.

En 2022, como hace cien años, el objetivo del fútbol sigue siendo meter goles. La norma, como se está aplicando en el Mundial de Catar, favorece al equipo que defiende, no al que ataca. Un jugador está en fuera de lugar si, cumpliendo la definición, tiene alguna parte de su cuerpo más allá del penúltimo defensor. Así, se anulan goles porque un pedazo de brazo está más adelantado que la uña del defensor. Es histórico que Arabia gane a Argentina, pero más divertido es ver a Messi jugar. El mal manejo de los brazos argentinos los puso al borde del colapso. Futbolísticamente, aquel primer tiempo debieron golear. La norma debe favorecer al que busca goles, no al que los quiere evitar.

La norma necesita ajustarse de tal forma que, para estar en fuera de lugar, el atacante debería tener todo el cuerpo adelantado al defensa. Es decir, si el tobillo del atacante coincide con la punta del guayo del defensor, el jugador estaría en posición correcta. ¡Los goles hay que fomentarlos!

 

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