Otra vez, Colombia perdió un partido en la tanda de los penales. La derrota llegó esta vez en los cuartos de final del Mundial Sub-20 Femenino. Antes, habíamos perdido contra Inglaterra en los octavos de final del Mundial de Rusia 2018 y, más recientemente, contra Argentina en la semifinal de la Copa América 2021. ¿Por qué perdemos?
Perdemos porque los penales no son una lotería. Si fuesen una lotería, la probabilidad de ganar sería del 50 %; es decir, estaríamos ante un evento completamente aleatorio. Como no son una lotería, los penales se pueden preparar, y quien más se prepara tiene una mayor probabilidad de ganar.
Hace 20 años se demostró econométricamente que los penales no son una lotería. Quien cobra el primero tiene una probabilidad de ganar de, aproximadamente, el 60 %. Es decir, capitán de selección de Colombia, si gana el sorteo, elija patear primero. No se garantiza la victoria, pero es uno de los múltiples pasos que se han trabajado en la academia, principalmente en facultades de Economía y Psicología, para entender el comportamiento humano en estas circunstancias tan particulares.
Infortunadamente, en Colombia aún no entra sistemáticamente el análisis académico al fútbol profesional. Es cierto que algunos equipos, aunque no la selección Colombia Sub-20, estudian los lanzamientos de los rivales. La idea es encontrar patrones y explotarlos a favor, pero hay mucho más.
En Rusia 2018, cuando Inglaterra llegó a los penales, el sudor frío recorrió las frentes de sus hinchas. En cinco ocasiones desde 1996 habían llegado a esa instancia. En todas cayeron derrotados. Ante Colombia, sin embargo, la selección llegó tranquila. La afición desconocía que un equipo de cinco personas, analistas de datos incluidos, con la aquiescencia del entrenador Gareth Southgate, había preparado a la selección durante un año y medio para ese momento ante Colombia.
Si Inglaterra perdía sería por la habilidad superior de los colombianos; pero, precisamente, en estas instancias la habilidad es apenas uno de los factores en juego. La presión y cómo lidiar colectiva e individualmente con ella es quizás más importante. El portero, por supuesto, juega un papel fundamental.
Colombia lo aprendió con el Dibu. La arquera de Países Bajos intentó hacer lo mismo. No es casualidad. Hay evidencia cuantitativa que indica que los movimientos de distracción del portero conllevan a un 10 % más de fallos del pateador. Otros estudios encuentran que el portero siempre debe buscar el balón, haya habido gol o no gol, y dárselo en la mano al compañero que va a patear. Otro factor es darle tranquilidad al portero. Antes de aquella tanda en Rusia, nadie, sin alguna función específica, se acercó al arquero inglés. Por el contrario, en algún momento, Ospina tuvo hasta cinco personas simultáneamente dándole consejos y ánimos. No solo es imposible de procesar, sino que lo carga aún más de emociones.
Además del arquero, son múltiples los factores que entran en juego que se han estudiado para aprovechar en una tanda de penales. Quizá sea el momento de profesionalizar esa instancia tan emotiva en Colombia.
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