Lo ocurrido con el Centro en los últimos años ha sido lamentable. Las muchas fuerzas que movilizan las demandas y los debates sobre la memoria en Colombia tuvieron que abandonar un instrumento que sólo existe gracias a su esfuerzo. Los informes, que reúnen uno de los mayores acumulados de esclarecimiento del mundo, dejaron de circular. El guion de la exposición, que debiera inaugurar el Museo de memoria de Colombia, tuvo que ser tutelado por la JEP. Las iniciativas de memoria en diferentes regiones o fuera del país dejaron de ser apoyadas. Las declaraciones del director general fueron siempre indignantes. Al Centro lo expulsaron...
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