ES EL TÍTULO DE UNA PELÍCULA DIrigida por Alejandro González. La cifra es el “peso del alma”. A principios del siglo XX, el médico Ducan Mac Dougall hizo una serie de experimentos en moribundos para determinar si el alma tenía peso.
Un libro del matemático Len Fisher, Cuánto pesa el alma, relata los trabajos realizados para responder a esta inquietante pregunta.
Los experimentos de Mac Dougall consistían en pesar con balanzas de alta precisión pacientes moribundos que voluntariamente (?) aceptaran ser sujetos experimentales. Por supuesto que tenía en consideración las pérdidas que se producían antes de la muerte por transpiración y otras emisiones. El primer resultado lo describe así: “De pronto, a las 9:10 horas, el paciente expiró y exactamente al mismo tiempo… y coincidiendo con el último movimiento de los músculos faciales, el extremo del brazo de la báscula descendió y se quedó sin rebotar, como si se hubiera quitado un peso de encima… Más adelante se necesitó el peso combinado de dos dólares de plata para levantar el brazo… Se comprobó que pesaban tres cuartos de onza”. Es decir 21 gramos.
Durante varios años repitió el experimento encontrando valores entre 80 y 10 gramos. No hay referencias si los valores corresponden al mayor o menor grado de santidad. Los resultados fueron publicados en American Medicine.
Fisher narra que otros investigadores realizaron experimentos similares con perros moribundos, aunque se cree que iniciaban el experimento con perros sanos. Para su sorpresa no encontraron diferencias de peso. Es conveniente recordar que no se atribuye alma a los perros, aunque algunos muestran claras señales de inteligencia.
Con balanzas de mayor precisión se realizaban los experimentos con ratones, para acelerar el proceso se les envenenaba con cianuro. Hoy ningún comité de bioética autorizaría esos protocolos. Los resultados eran contraevidentes, al morir los ratones la balanza se movía mostrando que podían tener alma con peso. Sólo cuando se confinaban en una campana hermética no ocurría esto, mostrando que, tal vez, el alma no lograba traspasar el cristal.
Durante muchos años no se encuentra una explicación lógica. Revisando los experimentos del siglo XVIII, para determinar si el calor tenía peso, Fisher halla que los primeros resultados concluían que si el calor tenía peso, éste era negativo. Al revisar el experimento, se encontró que los brazos de la báscula se modificaban, pues al congelarse el agua en uno de los platillos, la temperatura se mantenía estable, y en el otro, que tenía vino, la temperatura descendía por debajo del punto de congelación del agua, creando corrientes frías que reducían la longitud del brazo. Con estas conexiones se encontró que el calor no tenía peso.
De acuerdo con la equivalencia masa y energía, el calor sí tiene masa, pero ésta no es medible en las cantidades empleadas en los laboratorios. Es apreciable en las centrales nucleares.
Una explicación al peso del alma en las personas son las corrientes de convección que se producen al enfriarse el cadáver, las balanzas empleadas son sensibles a las corrientes de aire. Los perros, por tener piel peluda aislante, no producen las corrientes por reducción acelerada de temperatura. En el caso del ratón, al estar confinado en una campana no se transmite la convección. En conclusión, la existencia o no del alma con peso sigue siendo asunto de fe y no del resorte de la ciencia.
*Rector Universidad Jorge Tadeo Lozano