Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En su libro contra el fanatismo, Amos Oz señala una característica básica de los fanáticos: no tienen sentido del humor, son agelastas. La risa libera, disminuye el miedo, objetivos contrarios a los buscados por los fundamentalistas.
Puede postularse la siguiente hipótesis: ¿Por qué fue posible el acuerdo de paz con el M-19, es difícil pero no imposible de lograr con las Farc, y mucho más difícil con el Eln? Los líderes del M-19, y Báteman en particular, tenían sentido del humor. Navarro en ocasiones se burla de sí mismo. Por el contrario, entre los líderes de las Farc el humor es un recurso escaso; el fundamentalismo y la rigidez del Eln son reconocidos. Tienen la transcendencia del estreñido. Ex Eln, como León Valencia, sí tienen humor.
Umberto Eco, en la novela El nombre de la rosa, recrea una discusión entre Guillermo de Baskerville y Jorge de Burgos sobre si Dios reía. Burgos, fundamentalista y asesino en serie, negaba la risa en la divinidad, y la condenaba en los mortales porque fomentaba la duda. Las páginas del libro en las que se aceptaba la risa divina estaban envenenadas, en el sitio en que el dedo humedecido con saliva pasaba la página.
Lo censurable no es que se publiquen caricaturas, que pueden ser no políticamente correctas; lo censurable son los actos que motivan estas muestras de ingenio. Una caricatura de Charlie Hebdo muestra a un fanático degollando a un hombre indefenso arrodillado que dice ser Mahoma; esa caricatura no es censurable, lo que sí debe condenarse sin atenuantes son las ejecuciones de los rehenes, por parte de los miembros del Estado Islámico.
En Colombia, en 1985, cayó la censura sobre un caricaturista que publicó en La Patria un dibujo simulando el asalto al Palacio de Justicia como un circo romano, y al presidente con el pulgar hacia abajo autorizando la retoma a sangre y fuego sin respeto por la vida de los inocentes. ¿Qué es más censurable?
Una publicación satírica de la familia de Charlie Hebdo, llamada Harakiri, famosa por sus irreverentes portadas, fue censurada en 1970. Publicó en primera página el siguiente titular que en español se leería “Baile trágico en Colombey, un muerto”, haciendo referencia a la muerte de De Gaulle en Colombey, y a la muerte días antes de 147 personas en una discoteca en Saint-Laurent-du-Pont. El debate sobre la censura fue intenso. El primer ministro alegaba que el tema central de la revista era “la mierda”, que el tema era pornográfico y, por lo tanto, objeto de censura. Al fin, afortunadamente, ganó la libertad de expresión y la revista siguió publicándose, al menos hasta la muerte de su director.
Las condenas a los atroces asesinatos en el asalto a Charlie Hebdo deben ser absolutas. No son aceptables tímidas justificaciones del tipo “eran ofensivos”, “no respetaban las creencias religiosas”. Las caricaturas no sólo se mofan de los fundamentalistas islámicos, también lo hacen de algunas posiciones fanáticas cristianas y judías. Los líderes políticos no escapaban a su lápiz. Las tres religiones del “libro” históricamente no se han caracterizado por la tolerancia.
Ante la brutal masacre perpetrada por fanáticos religiosos, es oportuno recordar la frase del secretario general de la ONU, pronunciada después del 11 de septiembre de 2001: “Se debe buscar justicia y no venganza”. No actuar así condujo a un holocausto en Irak de medio millón de civiles que nada tenían que ver y no apoyaban a Al Qaeda.
