Una de las decisiones más difíciles que deben tomar los gobernantes es aumentar el precio de los combustibles. El Caracazo de 1989, cuya chispa fue el incremento de la gasolina y del pasaje en el transporte urbano, causó entre 276 y 3.000 muertos, según cifras oficiales o reportes extraoficiales. En Francia la decisión desencadenó la revuelta de los chalecos amarillos en el 2018 y llevó a Macron a dar marcha atrás. En Ecuador, este año, un movimiento similar hizo derogar la medida. En Colombia los incrementos han sido graduales, esto ha permitido que la necesaria y conveniente política de no dejar rezagados los precios sea menos rechazada por la sociedad.
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