Muchos de los resultados electorales fueron diferentes a lo que pronosticaron las encuestas: el referendo en el Reino Unido sobre la salida o permanencia en la Comunidad Europea, la elección de Trump, la victoria del No en el plebiscito por la aprobación de los acuerdos de paz en Colombia.
Ello no se debe a mala fe, negligencia o incompetencia de los encuestadores. Hay encuestas poco confiables, no son aleatorias, como las telefónicas. Muchos encuestadores se limitan a tabular lo que contesta el encuestado.
Con frecuencia, quien responde no dice lo que va a hacer, sino lo que sea “políticamente correcto”. La población está aprendiendo a no decir lo que en realidad piensa.
Votar se considera un deber cívico. Por lo tanto, decir que se es abstencionista es incorrecto. Las encuestas muestran que entre el 70 y el 80 % de los encuestados dicen que van a votar, pero solo un 45-50 % lo hacen; margen de error que desvirtúa el resultado. Cuando se publican las encuestas, las firmas señalan que el margen de error de la intención de voto por los candidatos está entre el 2 y el 5 %, pero no declaran que el margen de error de la participación electoral supera en mucho la anterior cifra. La hipótesis es que se miente menos en las respuestas sobre el candidato que sobre la intención de voto.
Si se pregunta: ¿Evade impuestos?, más del 86 % responde que No, pero si fuera cierto sobrarían las reformas tributarias. Similares resultados se obtienen en la pregunta: ¿Cumple usted las normas por respeto a la ley o por temor al castigo? La mayoría responde que por respeto a la ley. Cuando esta encuesta se realizó en las cárceles, los resultados fueron inversos, los reclusos contestaron que cuando cumplen la ley, lo hacen por temor al castigo. En esto son más sinceros.
Esta columna se publica durante el período de censura a las encuestas electorales. Para no violar la norma, por respeto a la ley, obsérvese la corrección política de la motivación, seré críptico.
Hay eventos de baja probabilidad que ocurren, aún más en teoría de conjuntos se demuestra que hay sucesos de probabilidad cero que pueden tener un conjunto infinito de elementos. Aun si la encuesta muestra correctamente una tendencia, algún suceso inesperado puede modificar radicalmente su evolución. Piénsese en la elección en España luego del atentado en el metro en Atocha. En los días previos a una elección la ciudadanía puede reaccionar ante la posibilidad de elegir un sistema que vulnere sus principios democráticos, en particular el sistema de pesos y contrapesos, que impide que un autócrata de izquierda o de derecha se perpetúe por sí mismo o por interpuesta persona en el poder. La reciente elección en Francia mostró coaliciones insospechadas que llevaron al triunfo de Macron, los franceses no querían que su lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad fuera vuelto trizas.
Hay probabilidades de una coalición implícita de los dos candidatos que representan el espectro político centroizquierda y un poco a la derecha, que plantea el respeto a los compromisos adquiridos y que ofrece la posibilidad de evitar tener que elegir entre los extremos, y que uno de ellos llegue a la segunda vuelta. Votaré por Fajardo, quien es hoy quien tiene la mayor probabilidad de lograrlo. Será sin duda el presidente que el país necesita para realizar las necesarias reformas político-económicas y avanzar hacia un país en paz y más igualitario.
