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Estupor

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José Fernando Isaza
22 de junio de 2023 - 02:00 a. m.
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La reacción al leer la crónica de la conferencia del presidente en Alemania, en la cual atribuía a la caída del muro de Berlín la destrucción del movimiento obrero y el surgimiento del neoliberalismo, culpable de la cercana destrucción del mundo, fue pensar que era un artículo del blog satírico Actualidad Panamericana. Equivocación, la página de la Presidencia de la República reproduce la “Conferencia magistral de presidente Gustavo Petro” en la Fundación FES. Afirma que “después de una gran noche neoliberal (…) ha dominado el mundo a partir de este lugar geográfico, el derribo del muro de Berlínel derribo del muro de Berlín (...) trajo una oleada neoconservadora, una destrucción del movimiento obrero a escala mundial, un debilitamiento formidable y una pérdida, entonces, de valores de izquierda”.

Para la mayoría de los alemanes, la caída del muro fue uno de los hechos más positivos de la segunda mitad del siglo XX, permitió la reunificación y un aumento espectacular del nivel de vida de los habitantes de la otrora República Democrática Alemana. Desencadenó que Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia, países dominados política y militarmente por la entonces URSS, recobraran su autonomía; además, Letonia, Estonia, Lituania y Ucrania y países asiáticos vuelven a existir. Atribuir el surgimiento del neoliberalismo a la destrucción del muro de Berlín es desconocer que años atrás Reagan y la señora Thatcher habían implantado dicha política.

Las normas de cortesía indican que un invitado debe abstenerse de comentarios desobligantes y no ofender a los anfitriones. Esta sencilla norma se aplica, por supuesto, a las costumbres de la diplomacia. En casa de los alemanes, orgullosos de la reunificación, de su modelo económico, que les permitió integrar a sus compatriotas del Este, decirles que el hecho que les permitió una nueva vida es el culpable de la destrucción del movimiento obrero mundial y de la consolidación de la política que va a extinguir la especie les debe parecer ofensivo. El presidente Petro mostró su nostalgia por la Guerra Fría y por la desintegración del paraíso soviético.

Fue tan desafortunado este pronunciamiento que algunos petristas rápidamente expresaron, como es costumbre, que el presidente no dijo lo que dijo, o que no habló de relación causal, sino de coincidencia temporal. Sin embargo, el argumento del presidente es: caída del muro implica destrucción. En términos de la lógica equivale a decir que la caída del muro se considera condición suficiente para las políticas que próximamente acabarán con la especie humana. Olvidó mencionar que los sistemas de producción socialistas en la RDA y la URSS emitían por unidad de producto tres veces más CO2 que en Europa occidental.

En otra parte de su conferencia magistral expresa que “Alemania le compra a Colombia por desesperación un veneno”, nombre que le da al carbón. Nueva ofensa, es decirles: “ustedes, para no sufrir del frío invernal, prefieren envenenarse y envenenar el medio ambiente”.

Los productores de carbón del Norte de Santander denuncian extorsiones y ataques del ELN a sus empresas. Un cínico podría comentar: están haciendo una buena acción dificultando e impidiendo la producción de un veneno.

Su sorprendente interpretación de la historia solo es comparable a la del entonces presidente Duque cuando afirmó que el papel de los fundadores de Estados Unidos había sido fundamental para la independencia de nuestro país.

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