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Lula

José Fernando Isaza
10 de noviembre de 2022 - 05:30 a. m.

El triunfo de Lula da Silva trajo una sensación de alivio para quienes creen en la democracia. Como Rodolfo Hernández, Bolsonaro era impresentable: xenófobo, autoritario, militarista, aliado con las sectas más retardatarias de las iglesias, negacionista del conocimiento científico, machista, etc. Al decir que el COVID-19 era una simple gripa, aplazó la vacunación y 680.000 brasileños perecieron por la pandemia. Negacionista del cambio climático, estimuló la deforestación de la selva amazónica para dar paso a la ganadería y la minería. Obtuvo casi el 50 % de la votación. Las similitudes con Trump son notorias, pues ambos declararon impúdicamente que solo aceptarían el resultado electoral si los favorecía. Trump propició un fallido golpe de Estado durante el asalto al Capitolio; a su vez, Bolsonaro no ha reconocido el triunfo de Lula y apoya las manifestaciones que piden que el Ejército desconozca el fallo de las urnas. Impresiona ver las multitudes bolsonaristas gritando: “¡Si el Ejército no anula las elecciones, Dios debe hacerlo!”.

Pilar de la democracia es cambiar a los gobernantes por la vía electoral. Los autócratas, de cualquier tendencia ideológica, rechazan este axioma: Putin, Bolsonaro, Trump, Xi Jinping, Álvaro Uribe, Daniel Ortega y, bordeando esta línea, puede añadirse a Evo Morales. Diferentes han sido José Mujica, Michelle Bachelet y el mismo Lula cuando antes de las elecciones del 2010, estando en la cumbre su popularidad, no oyó las voces de sirena que lo invitaban a buscar otro período presidencial, este sí inconstitucional.

Para Colombia el triunfo de Lula es significativo. Durante su gobierno demostró que es posible ejecutar programas sociales que saquen de la pobreza y la miseria a la población sin destruir la economía. Es un ambientalista que reconoce que en Brasil la mayoría de emisiones de gases efecto invernadero se generan por la deforestación y quema de la selva amazónica. Dado que en Brasil está el 65 % del área selvática, a pesar de que se han deforestado unos 700.000 km² desde 1970, es claro que liderará su preservación y buscará obtener de la comunidad internacional, que se beneficia con su conservación, apoyo en todos los sentidos. Colombia y Brasil trabajarán juntos en la defensa de la Amazonia. En una conversación virtual con el presidente Petro, este dijo que “las relaciones entre Colombia y Brasil serán estrechas porque ambos amamos la Amazonia”.

Lula reconoce que el país esta aún en vías de desarrollo, que hay sectores geográficos y poblacionales por debajo de las líneas de pobreza. Para universalizar sus programas Hambre Cero y Bolsa Familia, que tanto éxito tuvieron en su anterior gobierno, necesita recursos que se originan en buena parte, como en Colombia, en el sector hidrocarburos. Igualmente, la indispensable transición energética implica fuertes inversiones estatales y privadas, por lo cual la respuesta que le dio al presidente Petro, cuando este le propuso decrecer o parar la industria petrolera, fue: “Petro tiene derecho a proponer lo que quiera, pero, en el caso de Brasil, esto no es real. En el caso del mundo, no es real. Todavía necesitamos petróleo por un tiempo. Mientras no tengas energía alternativa, seguirás usando la que tienes”. Alemania lleva más de 20 años modificando su matriz energética y hoy se ve en la necesidad de utilizar el carbón y reprogramar las centrales nucleares, pues no puede depender del gas ruso. A Colombia se le propuso depender de Venezuela.

 

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