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Pambelé afirmaría que el populismo tiene más éxito cuando el Estado tiene riqueza acumulada o ingresos abundantes. El populismo es una forma de gobierno con un fuerte liderazgo carismático, que prioriza la emoción sobre la razón y apela a las masas sociales, con medidas algunas veces irrealizables, buscando persuadir a los electores. En América Latina los casos de gobiernos populistas más emblemáticos son el peronismo y el chavismo-madurismo.
Perón asumió el poder finalizada la Segunda Guerra Mundial. Aun antes de la guerra, Argentina era una potencia económica; durante la guerra los precios de las exportaciones agrícolas se dispararon, el país no formó parte del plan “Alimentos para la democracia”, que consistía en vender a los países aliados por debajo de los precios del mercado. Para sus exportaciones exigió pagos en oro. Perón encontró un país muy rico y un Estado boyante, así creó un Estado de bienestar, pensiones generosas y baja tributación. La riqueza fue disminuyendo y el aparato productivo fue decreciendo. El pasivo pensional fue financiado con emisión de moneda, en algunos años la inflación superó el 10.000 % anual. La deuda externa entró varias veces en situación de no pago. Una forma muy dolorosa de reducir el pasivo pensional sin recurrir a medidas fiscales o reformas es diluir el valor de las pensiones con altos niveles de inflación. Recientemente utilizaron la estrategia de nacionalizar los ahorros de los fondos privados de pensiones. En el corto plazo se genera abundante caja, pero a medida que los aportantes se van jubilando, como el ingreso no se utilizó para el ahorro, se crea un déficit fiscal que lleva nuevamente a niveles inflacionarios de más del 80 %. Argentina tiene posibilidades de enderezar su economía, pues gracias a la fertilidad de sus tierras es uno de los mayores exportadores de cereales, además tiene una robusta industria petrolera. A golpe están tomando conciencia de que es necesario invertir para producir y que la riqueza acumulada de pronto se difumina.
En Venezuela, Chávez pudo hacer populismo no solo internamente sino en su política exterior. En 1998 el país producía 3’200.000 barriles/día, los precios rondaban US$120/barril, la producción de mineral de hierro y oro disfrutó de altos precios. Su política se orientó a crear un Estado de subsidios, pero al mismo tiempo destruir la actividad productiva privada y, lo más grave, casi destruir a PDVSA. Inicialmente la riqueza acumulada y la caja ocultaban la futura debacle. Tuvo además el buen olfato político de importar masivamente alimentos para surtir los supermercados oficiales antes de las periódicas elecciones. Maduro no contó con la misma bonanza, la producción del petróleo se ha reducido a 717.000 barriles/día, los precios antes del 2022 bajaron a menos de US$40/barril, la actividad económica privada casi ha desaparecido. Entre 2013 y 2021 el PIB se redujo en el 85,3 %. La reducción en la producción del petróleo no tuvo ningún impacto en la disminución de emisión de gases de efecto invernadero; los otros países productores fácilmente compensaron esta disminución.
Aunque la baja dramática en la economía y en la producción de combustibles fósiles no estuvo precedida por políticas explícitas de contribuir a bajar la huella de carbono y a la teoría del decrecimiento, hay que abonarle que tiene el récord mundial en ejecución de esta ideología.
