No voté por Petro a pesar de que coincido en gran medida con su análisis socioeconómico de la realidad del país. Discrepo en las acciones que se propone ejecutar para reducir la desigualdad y mejorar la distribución del ingreso después de impuestos y permitir que fluyan hacia los más vulnerables los beneficios del desarrollo. Aunque ha moderado su discurso, en el pasado sus propuestas se asemejaban a las puestas en práctica por Chávez y Maduro. Hoy sus ideas para estimular la producción agrícola, controlar la tasa de cambio, generar ingresos fiscales utilizando los ahorros pensionales y con medidas que confunden la creación de riqueza con la expansión monetaria, estas y su política energética recuerdan las aplicadas por Erdogán en Turquía y por Rajapaksa en Sri Lanka. En el primer caso llevaron la inflación al 79 % y en el segundo hambrunas y escasez de combustible, aun para uso doméstico. Es de esperar que, como lo ha insinuado recientemente, sus modelos sean Lula, Mujica y Morales (sin perpetuarse en el poder). No voté tampoco por R. Hernández, porque la participación de su hijo en negocios con empresas aspirantes a contratos con la Alcaldía que presidía su padre hacía pensar que volveríamos a ver a muchachos emprendedores como los hijos del expresidente Uribe, haciendo negocios con grandes firmas que lograban beneficios fiscales en el gobierno de su padre.
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Sabroso
21 de julio de 2022 - 05:30 a. m.
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