CON LA MUERTE DEL PULPO PAUL se perdió un medio para lograr un deseo que acompaña la humanidad: predecir el futuro.
Se cree que existen personas doctas para prever sucesos futuros. Algunas no requieren de ayudas, son llamados inspirados o revelados. Una escala inferior la constituye los adivinos, los hay “limpios” que recurren al análisis de trazos que dejan las bebidas, otros menos asépticos, los arúspices, examinan las entrañas de los animales, o las deposiciones de los reyes. Los augures, observan el vuelo de las aves o el transitar de un cuadrúpedo. Una escala menor en las artes adivinatorias son los hechiceros o presagios. Tienen percepciones espirituales pero no cuentan con el poder de comunicación del alma con el mundo visible. La anterior clasificación se debe al humanista árabe Ibn Jaldun (1332-1406). En esa época no se usaban los cefalópodos quienes hoy los emplean serían clasificados como augures.
El mundo árabe en la época de Jaldun le tiene poco aprecio a la astrología, considera que es sólo un conjunto de conjeturas y suposiciones y que ningún dato real puede obtenerse de la observación de los cuerpos celestes. Considera holgazanes a los astrólogos. En Europa y en la China los astrólogos gozaban de gran reputación y eran consentidos en las cortes. No era nítida la diferencia entre la astronomía y la astrología. Algunos excelentes astrónomos, para obtener la protección de las cortes y un modo de subsistencia fungían como astrólogos. Copérnico, el astrónomo que abandona el sistema geocéntrico, el sol girando alrededor de la tierra, y proclama el heliocéntrico, la tierra girando alrededor del sol, era el astrólogo oficial de la Corte de Cracovia. La doctrina oficial de la Iglesia era la geocéntrica, las relaciones de Copérnico con la nobleza le permitieron escapar del largo brazo de la Inquisición y adicionalmente salvar la vida de su madre acusada de hechicería.
En Colombia se confunde la astrología con la astronomía y la astrofísica y en ocasiones debo rehusar cortésmente al pedido de elaborar horóscopos.
Ibn Jaldun describe otros métodos de predicción que ofenden la vista y el olfato. El análisis de ciertas palabras que se le escapan al moribundo cuando se le taja la cabeza o se le parte el cuerpo en dos permite conocer el destino. Algunos tiranos mandaban a matar a los prisioneros para conocer el futuro. Un método que envenenaba el ambiente con fétidos olores al momento de interpretar el mensaje era: “se coloca a un hombre dentro de una marmita llena de aceite de ajonjolí, por espacio de cuarenta días alimentándolo de higos y nueces; al cabo de dicho tiempo toda su carne desaparece y no quedan más que las venas y suturas del cráneo. Ya retirado del recipiente, al secarse, bajo la acción del aire, responderá todas las preguntas que se le hagan, indicando las consecuencias que deberán tener los diversos asuntos”. El infortunado había muerto días antes. La información del análisis de las venas y de los excrementos era labor de los arúspices.
Afortunadamente la humanidad va avanzando en la predicción del futuro; el método científico es una buena herramienta que permite definir la trayectoria o la evolución de sistemas físicos y biológicos. Las teorías del caos y el principio de incertidumbre explican las limitaciones a la obtención de altos niveles de certeza. Muchos seguirán creyendo en otros métodos, así estos no resistan ningún análisis estadístico de confiabilidad.
* Rector Universidad Jorge Tadeo Lozano
