Tributaria

La reforma impositiva que se tramita en el Congreso será necesariamente light. El Gobierno malgastó su tiempo en tres reformas anteriores. La actual trata de corregir parcialmente los excesivos beneficios otorgados, a pesar de que se conocía el impacto que iban a producir en el aumento del déficit fiscal; esto era previsible y la pandemia lo agravó.

El próximo gobierno tendrá que enfrentar una corrección de los desequilibrios fiscales; una reforma estructural en el recaudo y en el gasto sería lo deseable. Tal vez la última reforma estructural fue la realizada durante el gobierno de Virgilio Barco, siendo ministro de Hacienda César Gaviria. Se racionalizaron los impuestos y subió el recaudo. Las siguientes reformas fueron enmarañando el sistema, con los resultados conocidos. En la mayoría de los países, la distribución del ingreso medido por el coeficiente de Gini mejora después de impuestos entre seis y diez puntos porcentuales. En Colombia no sucede esto: el índice de Gini se conserva antes y después de impuestos.

Colombia hace parte de la OCDE. Algunas de las propuestas para una reforma tributaria estructural parten de comparaciones, ciertas, con los otros países, pero ignoran realidades de fondo.

Aquí la relación de los impuestos y el PIB es del 19,6 %. El promedio de la OCDE es del 33,8 %, llegando a valores tan altos como el 46,3 % en Dinamarca. La estructura de recaudo en nuestro país es: 42,9 %, impuestos a bienes y servicios; 24,5 %, impuestos a empresas; 6,22 %, impuestos a personas naturales; 26,3 %, otros. El promedio de la tributación de personas naturales en la OCDE es del 23 %.

Un primer análisis permitiría concluir que en Colombia es muy baja la tasa de tributación de las personas naturales, pero hay una diferencia significativa: en los países de la OCDE el Estado proporciona educación de alta calidad gratuita en todos los niveles, desde el preescolar hasta el doctorado; un sistema de salud universal, eficiente y profesionalizado; en casi todos, una organización de seguridad en la cual la policía se capacita para defender a los ciudadanos, velar por la convivencia y no considerarlos como enemigos para descargar en ellos sus peores instintos; una infraestructura operativa y confiable, unos programas de jubilación a cargo del Estado, que garantiza un nivel digno de vida a sus ciudadanos.

En estas condiciones, si por ejemplo un danés paga el 40 % de sus ingresos como impuestos, con absoluta seguridad sabe que el 60 % restante será ingreso disponible sin preocuparse por gastos inesperados en salud, financiar la educación de sus hijos o pagar servicios de seguridad privada, y sabe que en su vejez no tendrá que vivir de la caridad ni en la miseria. En Colombia los asalariados de ingresos superiores al promedio tributan cerca del 20 %, a esto se deben agregar los impuestos al consumo, a los fondos de pensiones y a los servicios de salud, a educación, al pago de celadores, etc.

Hay una diferencia notable entre una tasa de tributación empresarial, digamos, del 35 % y una personal del 20 %. En el primer caso el 35 % es sobre la utilidad; en el segundo, sobre los ingresos. Para ser comparables se deberían descontar los gastos en que incurre una persona para generar su salario, comida, vivienda, transporte, etc.

Se requiere un análisis más profundo para afirmar, sin matices, que la tributación de las personas naturales con ingresos superiores al promedio es baja comparada con el promedio de los países de la OCDE.