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Tras muchos ires y venires, en los cuales Donald Trump llegó a amenazar con dejar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a su suerte -si los países europeos no aumentaban sus presupuestos de defensa- la semana pasada finalmente logró que aprobaran un incremento del 5 % en la próxima década. Un exultante Trump dejó La Haya tras imponer su voluntad, con la excepción de España, país del cual dijo que terminará pagando así sea con nuevos aranceles. Su apresurado triunfalismo se va a enfrentar con la poca claridad de cómo van a pagar sus socios europeos este aumento.La Cumbre de la OTAN había generado expectativas, no solo por el tema presupuestal, esencial para Washington, sino por lo que pudiera salir con respecto a Rusia y su guerra contra Ucrania. Este último tema es prioritario no solo para la Europa comunitaria, sino para sus 23 países que hacen parte de la Alianza Atlántica, ante el temor de que Vladimir Putin, de llegar a doblegar a Ucrania, continúe su impronta expansionista con otros países europeos. El asunto no se incluyó dentro de los resultados, y el presidente Volodomir Zelensky tan solo fue invitado a una cena protocolar. Trump no ha ocultado su abierta simpatía por Putin y en una reunión en la Casa Blanca dio una lección pública de matoneo a Zelensky por no acceder a sus absurdas peticiones. La amenaza rusa y la solidaridad con Ucrania no merecieron consideración.El secretario general de la OTAN, el ex primer ministro de los Países Bajos Mark Rutte, había dado muestras de abyección hacia el presidente de Estados Unidos con el fin de garantizar la supervivencia de la Alianza. Una cosa es preservar la continuidad de la organización, y otra muy distinta la lisonjería oportunista. El propio Trump lo puso en evidencia al dar a conocer un mensaje de Rutte en el cual le decía que “Europa va a pagar a lo GRANDE, como debería, y será tu victoria”. El propio Rutte matizó el asunto diciendo que el compromiso se revisaría en cinco años. Es cierto que algunas semanas atrás se llegó a especular sobre el retiro de tropas de EE. UU. de Europa, en caso extremo, o su retirada gradual para enviarlas al pacífico. Nada de esto sucedió. Poco importa que las dos guerras que prometió acabar a los pocos días de haber llegado a la Casa Blanca, Rusia contra Ucrania y el horror de Netanyahu en Gaza, continúen con su alto número de muertos, heridos y destrucción. Es más, el conflicto se ha extendido hasta el Líbano, Yemen e Irán.El compromiso del incremento del gasto militar en un 5 % del PIB, que fue aceptado por 22 de los 23 países comunitarios miembros de la Alianza, menos España, está a la espera de que la Comisión Europea presente en la próxima cumbre de octubre un calendario y unos planes de actuación más concretos. El malestar no expresado en público por varios países europeos radica en que parte del material bélico a adquirir se hará en Estados Unidos, lo que significa una doble victoria para Trump. A lo cual se le suma el triunfo obtenido en la Cumbre del G-7, donde están presentes las siete principales economías del mundo, en la que se acordó eximir a las multinacionales estadounidenses del impuesto mínimo del 15 % al que se comprometieron 130 países para las empresas que facturan más de 750 millones de euros. El mandatario norteamericano había amenazado con la medida de retaliación de imponer los mismos gravámenes.Buena parte de los objetivos esperados se conocieron tras la elaboración del llamado Libro Blanco para el futuro sobre la defensa europea, presentado en marzo pasado por el Ejecutivo comunitario. Los siete aspectos más relevantes son defensa antiaérea y antimisiles; sistemas de artillería; municiones y misiles; drones y sistemas antidrones; movilidad militar; inteligencia artificial; guerra cuántica, cibernética y electrónica; y, finalmente, los enablers o habilitadores estratégicos, así como la protección de infraestructuras críticas, incluidos el transporte aéreo estratégico, el reabastecimiento en vuelo, el conocimiento del dominio marítimo y la protección de activos espaciales.De momento, en los últimos días las cosas parecen estar favoreciendo a Donald Trump, lo que no le sucedió necesariamente con el aumento de aranceles, en especial con China. El tema de Irán, que no escaló como pudo haber sucedido, y la tregua con Israel, la presión ante los miembros de la OTAN para el aumento del 5 % en su gasto militar y la decisión del G-7 mencionada, le han salido bien. Otra cosa será a mediano y largo plazo, al saber en qué terminaron lo que parecen ser buenas noticias para Trump.
