Se celebró en París, el 6 y 7 de junio, la reunión académica anual más importante de la OECD (Forum 2017), que antecede a la de ministros de economía de los países miembros e invitados y al foro que se realiza en referencia a los países de América Latina.
El OECD Forum de este año contó como invitados especiales a Australia y Dinamarca y tuvo participación de primeros ministros, ministros de economía, comercio y desarrollo, líderes sindicales, empresarios, destacados académicos, cabezas de ONG, periodistas y en general líderes en política, economía, cultura, academia, lo social, lo tecnológico, el medio ambiente y el emprendimiento, entre otros. Fue un espacio de más de 250 expositores que compartieron ideas, inquietudes y propuestas para el nuevo escenario mundial.
Me sorprendió de entrada una mirada de relativo optimismo frente al crecimiento del mundo, pero simultáneamente de urgencia de actuación para superar los nuevos grises de la humanidad. En cabeza de su secretario general mexicano, Ángel Gurría, la OCDE estima un aumento del crecimiento del 3,3 % al 3,5 % y un estimado de 3,6 % para el 2018. Estas previsiones suelen ser más atractivas que las de otras organizaciones mundiales y fija sus razones en mejoramientos en la confianza de empresas y consumidores, aumento en la producción industrial, nuevas formas de generación de empleo y recuperación de las actividades comerciales entre las naciones del mundo.
Ese mismo relativo optimismo se refleja también en la mirada que tiene la OECD respecto del próximo país en hacerse parte de este Club de Naciones: Colombia. Fue reconfortante ver la manera como esta entidad ve el futuro de nuestro país en crecimiento, entendiendo también los desafíos y acciones que urgentemente necesitamos, y de oportunidades que tendríamos si superáramos tanta polarización y desesperanza en el frente interno. Ellos tienen la estimación más alta de crecimiento para Colombia en el 2017 (2,2 %) y reconocen nuestros esfuerzos y avances en inclusión social, en reducción de la pobreza y en construcción de clase media, pero también la resiliencia de una economía a las dificultades del mundo a través de una novedosa regla fiscal, un manejo acertado de la política monetaria y cambiaria y un Banco Central comprometido con encontrar soluciones a la dificultad del momento. No abordo los ajustes que también propone la OCDE a Colombia, porque merecen un articulo especial.
Pero me sorprendió positivamente aún más en la perspectiva del mundo, que la OECD deja claro que esta dosis de relativo optimismo no será suficiente para ser duradera si no enfrentamos lo que es central. Como lo expresó el secretario general: “Necesitamos una globalización que incluya a todos, que se base en reglas, esté al servicio de todos y se centre en el bienestar de las poblaciones”. Es decir, una globalización con enfoque integral que motive la innovación empresarial, que evite regiones que se queden rezagadas, que tome en consideración y reintegre a aquellas víctimas de la globalización, que construya confianza en las instituciones, que anime puentes en una sociedad dividida, que enfrente con fuerza la corrupción, que piense en el futuro sostenible de nuestro planeta, que ponga al ser humano en el centro del debate, que construya una humanidad más generosa y que enfrente no sólo la inequidad en el ingreso, sino la inequidad en las voces de muchos que hoy no son escuchados ni atendidos.
Lograr lo anterior tuvo capítulos novedosos, como la implementación de un ingreso básico universal, la integración de migrantes a la fuerza de trabajo, la participación y empoderamiento de la mujer en el liderazgo del mundo, la manera de enfrentar la posverdad, la educación para la innovación cívica, la necesidad de respuesta en generación y fortalecimiento del empleo al mundo digital, la medición del desarrollo en función de mejoramiento de vidas, el perfeccionamiento de políticas de comercio y protección social simultáneamente, el Fintech como estrategia de inclusión, entre otros asuntos.
Es refrescante ver una OECD conectada con lo que requiere nuestro sistema capitalista y no dejarles ese espacio a los modelos de socialismo trasnochado, que poco le han dejado a la humanidad.
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