Dilema fuerte el del Gobierno entre adoptar una política proempresa, cediendo a un sector específico como el camionero, en detrimento de políticas promercado, que abaraten el costo de transporte de mercancías y favorezcan la competitividad del país.
Pero contradictoria su posición, al pedir eficiencia al sector de transporte de carga, cuando no ha sido capaz de brindar una infraestructura vial apenas aceptable para que los costos de esos transportadores no se encarezcan por vías destruidas y recorridos tortuosos e inseguros. Pedir lo que no se puede dar, una contradicción que deslegítima cualquier medida, aunque sea racional con las sanas prácticas del libre mercado y competencia. Ojalá se tomen medidas para poner al día las carreteras en Colombia, que fueron abandonadas en su mejoramiento físico en los últimos años con el cuento de garantizar una seguridad que parece ser sólo de percepción y no de realidad.
Y el otro gran dilema es el que abordará la Junta Directiva del Banco de la República la próxima semana, sobre subir o no sus tasas de interés. La inflación de alimentos tiene nerviosos los mercados de renta fija, donde las desvalorizaciones de TES continúan carcomiendo el patrimonio de muchos portafolios. Si el Banco sube sus tasas puede ser una medida prematura, porque son los alimentos los que explican la subida de los precios y eso es un tema más de clima que de una política monetaria contractiva, que lleve al traste la exigua recuperación vista hasta el momento en sectores diferentes a petróleo y carbón.
Pero si no se pone coto a las expectativas crecientes de los agentes, sobre el incremento de precios, una subida de inflación puede descuadernar otras variables reales de la economía.
En mi opinión, subir ya las tasas sería exagerado, cuando las medidas de inflación básica y núcleo se encuentran dentro de lo esperado por el Banco Central, y lo peor, sería un empujón mayor a la ya preocupante revaluación, que destruye sectores productivos intensivos en uso de mano de obra, en momentos en que la lucha contra el desempleo debería aunar los esfuerzo de todas las autoridades económicas del país.
Sea cual sea la decisión, representará un punto de inflexión en momentos en que se deteriora el ambiente optimista con el que cerramos el año pasado.
