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D’Artagnan y los nuevos mosqueteros

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José Salgar
01 de marzo de 2009 - 03:00 a. m.
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ROBERTO POSADA GARCÍA-PEÑA TUvo una vida corta, de dedicación total al periodismo como ejercicio intelectual de bien público, por herencia y vocación.

Sus abuelos fueron, el uno director de El Tiempo durante 43 años y el otro superministro de Trabajo en el gobierno del doctor Eduardo Santos. Su padre, Jaime Posada, ha sido máximo coleccionista de títulos académicos, literarios y lingüísticos.

Hace medio siglo estaba en formación ese gran tronco monopolizador de opinión y noticias que transformó la cultura y las comunicaciones en Colombia, a partir de familias notables como los Santos, los Canos y los Lleras, de un lado, y del otro los Gómez y los Ospinas. De allí salió un grupo de jóvenes, en su mayoría del Gimnasio Moderno, que desde chiquitos hacían periódicos y alcanzaron grandes alturas hasta el sacrificio como Guillermo Cano y Luis Carlos Galán. Y vino una larga fila de populares y famosos, incorporados al centralismo bogotano y antioqueño, como fue el caso de los costeños, que aportaron desde El Espectador a figuras como Gabo, Gog y Gossaín.

La muerte de Roberto nos ha dado duro a todos y nos ha llevado a recordar esas generaciones que con dignidad y esfuerzo hicieron el gran periodismo colombiano del siglo XX. Hoy el mundo es otro: hay terror por la crisis económica, quiebran los grandes diarios, hay crisis del papel y la letra, la juventud no lee y todo lo espera de la electrónica. Pero el ejemplo de Roberto indica que no todo está perdido. Como hace 50 años, está en proceso una gran generación de jóvenes cuyo futuro está asegurado por la evolución de la ciencia de comunicarse, que ya no es periódica sino de fusión instantánea de luz, sonidos, papel y letra.

Tengo un grato recuerdo de la nota que escribió D’Artagnan cuando cumplí 50 años de periodismo y propuso que me dieran un premio. Hoy mi principal vinculación al oficio está en seguir de cerca la formación de las nuevas generaciones de mosqueteros del siglo XXI. En la transformación de los mismos medios tradicionales comienza a notarse una vigorosa generación de hombres y mujeres, más preparados y con mayores exigencias técnicas que los de antes, para enfrentarse a lo mismo de siempre: explicar mejor las noticias al resto de la gente y luchar por la palabra libre y responsable para vivir mejor.

 COLETILLA. Un gran periodista gastrónomo murió en su salsa.

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