Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
LA COLUMNA DEL DOMINGO PASADO se refirió al extraño mundo de los nerds, que han pasado de ser jóvenes tímidos y superdotados a ser ejemplares buscados por los caza talentos para altos destinos que necesitan gente con más inteligencia que agresividad.
Nerd no es una palabra castiza del español y sólo la encontramos en el Diccionario bacano de Jesús Arango Cano: “Niño Genio, estudioso, juicioso”. Los colombianos hemos empleado poco ese término, pero se aplica al sector de juventud que vive aislado, ensimismado, sin los alcances de los chéveres, deslenguados y con los pantalones rotos. Se les ha mirado despectivamente, como a superprotegidos por sus padres o una tía rica, pero ahora parecen estar en camino de ponerse de moda.
Entre los santafereños hubo diferentes estratos en esos sectores de la juventud. La esquina de la carrera séptima con calle 12, llamada “Arrancaplumas”, era la mayor concentración de exhibicionistas de las costumbres de la época como los filipichines, que usaban trajes y lociones extranjeras, no estudiaban ni trabajaban y vivían una holgazanería de epigramas y humor fino. Tenían poco de nerd.
Entre los clásicos cachacos bogotanos, de seguro no hubo nerds, pero sí categorías. El punto máximo lo alcanzó el gobernador de Cundinamarca Antonio María Padilla, que siempre usó sombrero coco, saco y chaleco, paraguas y zapatos con guardapolvos grises, todo comprado en Londres. Para los jóvenes era una ceremonia usar pantalones largos después de cumplir 15 años y una ambición era el sombrero de pluma.
Hoy, la juventud bogotana es cosmopolita, con generalizaciones como la de ir poco a la peluquería, no usar corbata y preferir el rock pesado a boleros y bambucos. Si los caza talentos quieren buscar a los nerds, pueden encontrarlos más fácilmente entre los que han estudiado en Inglaterra o en el Silicon Valley o los colombianos que se han quedado aprendiendo mandarín en Pekín.
COLETILLA. Pronto comenzarán las encuestas para conocer los porcentajes de ‘nerds’, hombres y mujeres, que hay en Colombia.
