EN EL REÑIDO FINAL DE LAS ELECCIOnes emerge el reconocimiento a lo bueno de los ocho años de Uribe, pero sus enemigos naturales, que son los narcoterroristas, se afanan por sabotajes de última hora.
Las encuestas y la realidad electoral demuestran que el ganador en imagen sigue siendo el Presidente, que en ocho años logró arrinconar a los peores enemigos del país y restablecer la paz y la seguridad en las ciudades y las troncales de intercomunicación. Hoy las bandas de delincuentes buscan refugio en países vecinos o desde las cárceles. En cambio Uribe recibe premios internacionales como moderador líder democrático que entrega a un país en superación a la enorme crisis financiera, reconocido como atractivo turístico mundial y que experimenta una gran inversión de capitales extranjeros.
Los sectores de fanáticos que a todo se oponen, se apoyan en los errores cometidos al buscar la reelección y tratan de perjudicar a Uribe con retozos violetos que obstruyen la normalidad de las elecciones. Acuden a jovencitos que salen de los colegios a tirar piedra y destruir almacenes. Se unen a las protestas de los lecheros por el pacto comercial con Europa y el recurso es derramar la leche en las calles, o ponen a contratistas del acueducto a quemar llantas. Lo peor de los últimos días ha sido el video de una cámara oculta que muestra a encapuchados de la Universidad Nacional organizando ataques sorpresivos con papas bomba.
Contra esos idiotas útiles, hay el crecido reconocimiento nacional al presidente Uribe, distribuido entre los candidatos que se disputan la mayoría del domingo 30. Todos ellos están de acuerdo en rechazar las intervenciones extranjeras y los rezagos de narcos en las selvas. Y de seguro, el que salga elegido buscará un frentenacionalismo con quienes han superado la feria de intereses politiqueros y económicos y se disponen a seguir lo bueno que hizo Uribe.
Coletilla. Lo difícil del voto a conciencia, que admita errores pero reconozca méritos.
