Mi emoción al agradecer el “Premio al Mérito Periodístico” del CPB en su “Noche de los Mejores” la resumí enlas siguientes palabras:
Debiera darme pena por seguir a estas horas hablando de periodismo y recibiendo premios. Pero no me da pena, porque mi vida periodística ha debido terminar hace 25 años, el día que me celebraron, en una mesa encabezada por Guillermo Cano y Gabriel García Márquez, los 50 años de haber entrado a trabajar en El Espectador.
Eso quiere decir que estoy cumpliendo las bodas de plata de mis bodas de oro. Agradecí aquel homenaje pero no fue una despedida final, porque me sentía con fuerzas para seguir adelante. Así ha ocurrido, por fortuna.
El siglo XX lo viví intensamente, con sus muchos horrores y sus escasas alegrías. Hoy estoy feliz en el XXI y sigo trabajando en lo mismo. Sigo optimista por el presente y el futuro de Colombia y no creo en eso que llaman “crisis del periodismo”. Lo que hay es un revolcón enorme al entrar a otro mundo de la luz, el sonido y la letra de imprenta, en el que casi todo hay que inventarlo de nuevo, comenzando con las escuelas de comunicación y con la adaptación que ya vemos a la multimedia. El mejor ejemplo es la marcha del lunes pasado, que a partir de una chispa encendida por jovencitos en la internet logró encauzar a la opinión pública mundial para poner en su sitio al terrorismo de las Farc.
En la Gaceta que el CPB ha lanzado hoy para la “noche de los mejores”, se cuenta el divertido nacimiento de este Círculo, hace más de 60 años. Hace 18 recibí el Premio Nacional de Periodismo 1990 y hace poco la distinción de Presidente Honorario. Hoy me siento como un espectador en la banca, deslumbrado ante lo que viene para nuestra profesión y dispuesto a cooperar en obras como la de este querido CPB que tantas dificultades ha tenido que superar.
***
COLETILLA. A todos los que me han acompañado a celebrar este premio, gracias. Muchas gracias.