El personaje más fastidioso de las redes sociales, sin duda, es el astuto. Este fulano asoma la cabeza a menudo y siempre está listo para comentar el trino del día.
Claro que “comentar” no es el verbo correcto. Su objetivo no es ofrecer una opinión y tampoco busca, de manera bien intencionada, aportar luces al debate. El astuto se regodea en el placer que siente cuando cree que te ha pillado en un error, una inconsistencia o, lo que más le produce un frenesí de emoción, un acto de hipocresía.