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GOP, RIP

Juan Carlos Botero

18 de febrero de 2021 - 10:00 p. m.

Es oficial: el Partido Republicano acaba de cavar su propia sepultura. Al exonerar a Trump de incitar a la violencia en el asalto al Capitolio el 6 de enero, han legitimado a la franja lunática y antidemocrática del partido, y han renunciado a sus últimos vestigios de cordura y decencia. Del partido de Ike Eisenhower y John McCain, para no hablar de Abraham Lincoln, no queda nada.

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Cuando un bando político acepta lo inaceptable, cruza una línea roja sin retorno. Lo peor es la hipocresía, porque la actitud de estos senadores contrasta con su indignación durante el juicio a Clinton. En esa ocasión aullaron en santa cólera. Pero cuando Clinton mintió, como se ha dicho, nadie murió.

Hoy este partido es el de Mike Shirkey, el congresista que calificó el asalto al Capitolio (filmado por los mismos atacantes) como un hoax, una gran mentira. Es el partido de Rudy Giuliani, el abogado de Trump, quien tuvo el descaro de acusar del asalto ¡a los demócratas! Es el partido de la congresista Marjorie Taylor Greene, quien propuso matar a Nancy Pelosi y dijo que los incendios en California fueron causados por judíos con láseres espaciales. Es el partido de Ted Cruz y Mitch McConnell, de QAnon y los Proud Boys. Y es el partido de Trump. Por eso miles han desertado de sus filas, rechazando su apropiación por una base racista y paranoica, que desprecia la ciencia y no distingue el bien del mal, y cuyos líderes carecen de una espina dorsal, sumisos ante un traidor a la patria que incitó el asalto al Capitolio y lo hizo, gracias a ellos, con total impunidad.

Eso significa que este partido ya no puede representar a gente sensata, moderada e incluyente. Una persona ingresa en un partido político por el deseo de formar parte de algo mayor y porque se identifica con sus ideas, valores y banderas. Conozco a muchos republicanos y sé que son seres honestos y decentes. Les duele ver que su partido ahora endiosa el sectarismo, el fanatismo y la ignorancia; que llama a todo rival un enemigo a muerte, y que ha traicionado sus principios más sagrados con tal de inflamar su base radical.

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Con Trump este partido dio un timonazo en cuanto a la libertad de mercados, la inmigración y el respeto a instituciones internacionales. Y no sólo eso: también asumió posiciones inadmisibles en una sociedad moderna y diversa. ¿Hoy este partido qué le ofrece a un conservador íntegro que venera el Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos? ¿Qué le puede ofrecer si rechaza el uso de tapabocas para combatir una epidemia y si exonera al responsable del ataque al Capitolio nacional? Nada.

Ese día vimos la bandera confederada, que simboliza lo más vil y odioso de la historia de EE. UU., ondear en los pasillos del corazón del Congreso, cosa que ni siquiera ocurrió durante la Guerra Civil. Y un partido político lo permitió. Hoy esa colectividad venera a un fascista. La gente sensata que milita en ese bando, conocido como el GOP, no tiene opción: tendrá que crear su propio partido, conservador y decente. Porque apoyar sus tesis lunáticas y racistas es, cada vez más, un suicidio político y, peor aún, un motivo de vergüenza.

En fin, no se necesita ser un visionario para pronosticar el futuro de este partido. Sus signos vitales se pueden resumir en seis letras: “GOP, RIP”.

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@JuanCarBotero

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