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La música de Carlos Vives

Juan Carlos Botero

17 de enero de 2025 - 12:05 a. m.
“Una vez el mismo Carlos Vives definió mucha canción de hoy como “pornografía musical”. Y tiene toda la razón”: Juan Carlos Botero
Foto: EFE - Octavio Guzmán

Hace poco tuve el placer, y el honor, de compartir escenario con Carlos Vives para hablar de filantropía. Gracias a Carlos, la asistencia estaba nutrida, y como solo éramos los dos quienes íbamos a hablar, aproveché la oportunidad para decir un par de cosas que vengo pensando de su música desde hace rato.

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Dije, por ejemplo, que todos sabemos por qué Carlos es tan exitoso. Sus canciones son bellas y poéticas, y sus melodías son seductoras e irresistibles. Y lo son tanto que, incluso alguien como yo, un verdadero negado para el baile, siente ganas de salir a la pista cuando suena su música, así haga el ridículo, como me pasa sin excepción.

Pero hay algo más detrás de su música. Carlos hundió sus manos de compositor en la realidad colombiana, y convirtió nuestros ritmos y leyendas y colores y sabores en la materia prima de su arte. Al igual que un Rubén Blades o un Joan Manuel Serrat, sus cantos están inspirados en su tierra de nacimiento, y en eso consiste su magia y su poesía, y también su coherencia y su identidad como artista.

Pero hay algo más todavía, y en mi opinión es lo más importante: la limpieza de sus canciones. Desde hace un tiempo prevalece una convicción absurda: para triunfar en el mundo actual de la música hay que ser vulgar. El tema sexual debe ser explícito y las letras de las canciones tienen que estar llenas de groserías. Una vez el mismo Carlos definió mucha canción de hoy como “pornografía musical”. Y tiene toda la razón.

Existe la teoría, en efecto, de que para ser audaz, admirado, transgresor y hasta revolucionario, hay que chocar al oyente. Y aún más: escandalizarlo. Y como cada día la gente se escandaliza menos, toca aumentar los decibeles de lo vulgar. La ley del mercado actual es llamar la atención, como sea. Y la forma más fácil de hacerlo es mediante el desenfreno, la impudicia y el mal gusto. Lo mismo pasa en las artes plásticas con el arte conceptual, que busca incomodar al espectador, y en eso radica su supuesta audacia. Pero hay ejemplos de todo lo contrario y basta evocar uno solo: los Beatles. Estos cuatro ingleses escribieron unas 200 canciones, y hoy muchos ignoran el tamaño de la revolución que su música implicó. Los Beatles transformaron la cultura del mundo. Desafiaron a la sociedad de su tiempo y la cambiaron para siempre mediante una sabrosa y contagiosa explosión de frescura, libertad, emancipación sexual y auténtica transgresión. Y lo hicieron con una sonrisa, sin decir una sola grosería o una sola vulgaridad en ninguna de sus canciones.

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Todo artista, lo quiera o no, y lo sepa o no, es un pedagogo. Su obra le llega al público y comunica valores, conductas y enseñanzas que los jóvenes, para bien o para mal, absorben. En algunos casos, la música enriquece al oyente. En otros, lo envilece. Y eso pasa demasiado hoy. ¿Acaso es necesario que niñas menores de edad oigan tanta bajeza y ramplonería, a través de canciones que pintan a las mujeres como prostitutas, para que estos artistas hagan dinero y tengan éxito?

De ninguna manera. Y si alguien lo ha demostrado es Carlos Vives. Su música es alegre, cautivante y sí, exitosa. Pero, más que cualquier otra cosa, es limpia, pues no tiene una sola crudeza ni una sola vulgaridad en todo su repertorio. En ese sentido es un ejemplo a seguir. Y ojalá lo siguieran más.

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@JuanCarBotero

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