Luego de hablar con periodistas, empresarios, banqueros e industriales, representantes de los sectores más influyentes del país, percibo que prevalecen dos interpretaciones sobre lo que sucede en Colombia.
La primera es que Petro es el diablo y lo que nos está pasando es fruto de una confabulación de los astros. Colombia es un país de mala suerte y, después de todo lo que hemos vivido, ahora viene una figura populista, que es la encarnación del mal, a acabar con todo. Este demonio goza de recursos sin fin, y la crisis se explica por su alcance tenebroso y por su descarada repartición de plata. Quienes protestan en Colombia son...
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